El fracaso de la reducción de la desnutrición crónica en el Ecuador y retos en el corto plazo

El fracaso de la reducción de la desnutrición crónica en el Ecuador y retos en el corto plazo

Berenice Cordero

La Desnutrición Crónica Infantil (DCI) es un problema público no resuelto en el Ecuador que afecta el desarrollo de las niñas y niños, en particular si no se interviene oportuna e integralmente en los primeros mil días de vida.  La desnutrición crónica infantil es el más doloroso de los flagelos que vive la sociedad ecuatoriana tanto por la vulnerabilidad en la que se encuentran los niños y niñas que la padecen, como por la pérdida irrecuperable de capacidades en esta etapa crítica del desarrollo infantil, que trasciende a la vida adolescente y adulta.

El desempeño de las políticas públicas en este campo se materializa en el mediano y largo plazo.  Por ello la baja talla para la edad: la desnutrición es un indicador de bienestar y desarrollo. Esta afirmación es central para comprender la importancia de una política oportuna, sostenible y sostenida en el tiempo, coherente con las causas, sistemática, mesurable y transparente en cuanto a los resultados, articulada, multinivel, de alto acuerdo político y social; y, de simultáneas actuaciones de respuesta pública, social y familiar sobre la niña o niño.   Siempre será un dilema importante para los actores políticos actuar para el largo plazo. La baja talla para la edad y la DCI son invisibles para los actores, la oferta pública, las familias y las comunidades.

Los primeros mil días desde la gestación hasta los dos años son la única ventana de oportunidad.  Estos niños y niñas que nacieron y siguen naciendo (cerca de 300.000 cada año), no se beneficiaron ni de los altos precios del petróleo, ni del crecimiento de la deuda pública, tampoco de la reducción sostenida de la pobreza, hasta el reciente 2018 cuando empieza nuevamente a subir; tampoco de la reforma del Estado, ni de la reforma política o de la importante reforma de la salud pública. Claro está que en épocas de austeridad y restricción fiscal los avances pueden empeorar.

Ecuador presenta una realidad nutricional inadecuada para su nivel de desarrollo. Cerca de medio millón de menores de cinco años tienen problemas de desnutrición crónica y el avance durante las últimas tres décadas es limitado. Son urgentes los acuerdos sobre el qué hacer y cómo reducir la DCI y medidas inmediatas y asertivas que permitan cambiar esta realidad, como lo señala Jairo Rivera.

 La curva no se mueve

 Desde 1993, Ecuador ha llevado adelante alrededor de 12 programas relacionados con salud y nutrición, pero la curva de la DCI en menores de cinco años casi no se ha movido. Entre 2014 y 2018, incluso incrementó de 24,8% a 27,2% en niños menores de dos años y a uno de cada cuatro menores de cinco años en el Ecuador (UNICEF, Ecuador 2019).

En tanto, los resultados de la agencia pública para reducir la desnutrición se alcanzan en plazos largos y se verifican dos obstáculos para quienes deciden: los cambios no son inmediatos y la oportunidad de mejorar la nutrición es pequeña, desde el embarazo hasta los dos primeros años de vida. Cualquier inversión después de este período crítico es mucho menos probable que mejore la nutrición (Shekar et al, 2006: 55). El daño al crecimiento físico, desarrollo cerebral y formación de capital humano que se produce durante este período es en gran parte irreversible.

Uno de los mayores retos es un acuerdo nacional para una articulación concertada entre el primer nivel de salud para la captación y seguimiento nominal de niños y niñas menores de 2 años, las comunidades, las familias; y, simultáneamente, entender que sin provisión de agua segura y la promoción de la higiene familiar a nivel municipal y parroquial, estos niños y niñas inician su vida, desde la gestación, en desigualdad de oportunidades y con derechos transgredidos.

Las elecciones seccionales del 2023 tienen que necesariamente abordar estas articulaciones y competencias que les corresponden en el marco de un debate que ponga en primer lugar el interés de niños y niñas en el país; y donde los actores políticos deben tomar con enorme responsabilidad esta grave condición en la que el país no ha dado pasos adecuados de articulación entre el nivel central de la salud pública y el nivel territorial: provincial, cantonal y parroquial por la dotación de agua segura, que es una competencia municipal.

El problema de la DCI tiene mayor prevalencia en el área rural y en las regiones de la Sierra y la Amazonía, como se muestra en la Tabla A. Asimismo, afecta más a los niños que a las niñas y se agudiza en la población indígena. Las provincias de la sierra-centro (Cotopaxi, Tungurahua, Chimborazo y Bolívar), la Amazonía austral (Pastaza y Morona Santiago) y Santa Elena en la Costa, son las más afectadas por la DCI en menores de 5 años.

La problemática tiene un rostro rural, pero también tiene un rostro urbano.  Se puede afirmar que 6 de cada 10 niños con DCI se encuentran en zonas urbanas, con concentración en Quito, Guayaquil y la provincia de Manabí, mientras que 4 de cada 10 se encuentran en la ruralidad.

 Prevalencia de desnutrición crónica infantil por grupos de población en 2018

 

Desagregación < 5 años < 2 años
Nacional 23.0% 27.2%
Área Urbano 20.1% 25.4%
Rural 28.7% 30.6%
Región Natural Sierra 25.8% 29.5%
Costa 19.8% 24.7%
Amazonía 29.6% 31.4%
Insular 23.6% 28.6%
Sexo Hombre 24.8% 30.8%
Mujer 21.2% 23.4%
Identificación étnica Indígena 40.7% 38.8%
Afro-ecuatoriano 16.1% 17.8%
Mestizo 21.9% 26.8%
Blanco 18.4% 20.7%
Montubio y otros 21.3% 24.4%

Fuente: INEC – Ensanut 2018

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Presidenta del Consejo Directivo del Instituto Interamericano del Niño y Ex Ministra de Inclusión Económica y Social. Ha desarrollado su trabajo profesional en varias instituciones como el Consejo Nacional de Menores, Centro de Capacitación y Formación de Educadores de la Calle, UNICEF, Instituto Nacional de la Niñez y Adolescencia.

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