La orfandad del Estado y las vacunas de los más pequeños

La orfandad del Estado y las vacunas de los más pequeños

Berenice Cordero

En 2015, uno de problemas u obstáculos serios que se advertía para superar la desnutrición crónica de niños y niñas menores de cinco años era la carencia de un sistema de información nominal sobre la vacunación de niños y niñas, en esas edades, no disponible en el sistema de salud pública del país. El proyecto “Acción Nutrición”, decía que el Ministerio de Salud Pública (MSP) no cuenta con un sistema de información que permita calcular el número de niñas y niños atendidos por malnutrición; registra únicamente las atenciones brindadas.  Esta situación que persiste, no permite estimar la brecha de atenciones y cobertura de los servicios dirigidos a la erradicación de la malnutrición o de la vacunación. Sin embargo, se puede calcular la concentración del servicio en función del protocolo del MSP que estipula un número mínimo de atenciones por año, con respecto al total de niñas y niños que deberían recibir el servicio.

Al dividir el número de niñas y niños que debieron ser atendidos en el 2013 para el número de atenciones registradas por el MSP, se obtiene que la concentración promedio de atenciones de prevención (o «control de niño sano») es de 0,68 muy por debajo del protocolo que contempla 3 anuales.  Asimismo, las atenciones por desnutrición son al menos 4 y el promedio es de menos de una.

Es decir, el Ministerio de Salud Pública del Ecuador, pese a las inversiones crecientes desde el 2007, que pasó de un presupuesto de 700 millones a cerca de 3800 millones al 2020, no sabe con certeza cuántas y cuáles vacunas le llegan al mismo niño o niña menor de 5 años.  La causa: no se dispone de un sistema de información nominal de la vacunación de los niños y niñas en el país y menos aún del control nutricional o del registro de entrega de micronutrientes para combatir la anemia.

Pareciera increíble, pero en los registros administrativos solo cuentan las atenciones, no a quien se atiende con las vacunas, o el número de dosis recibidas y la oportunidad de las mismas.  En Ecuador no se puede demostrar cuántos niños y niñas han recibido todas las dosis de vacunas, conforme los protocolos del propio Ministerio de Salud Pública y menos aún si estas dosis han sido oportunas y dirigidas a la mima persona.

Como ya se citó, en el 2015, el control de niño sano no llegaba ni a una 1 atención, peor llegar a 3 atenciones estipuladas por la norma técnica.

Dado que el país no logra estimar la brecha de atenciones y control del niño sano, recurre periódicamente a la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT), administrada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC). La desnutrición crónica infantil se redujo del 40,2% al 25,2% entre 1986 y el 2012. La ultima toma de la ENSANUT es de 2018, sobre una población de 1 millón y medio de niños y niñas menores de 5 años, la desnutrición crónica, baja talla para la edad, tuvo un registro de 23%.  Es decir del 2012 al 2018, se bajaron apenas 2 puntos.  Poca diferencia con la Encuesta de Condiciones de Vida del 2014, en la que la desnutrición crónica se sitúo en 23.9%.

Cerca de 370.000 niños y niñas menores de cinco años tienen desnutrición crónica, pero de ellos de acuerdo a la ENSANUT 2018, sólo 66.000 tuvieron el chequeo de niño sano, es decir el 18%.  De ellos fueron vacunados el 5%, en el curso de estas atenciones.  Si bajamos la edad a los menores de 2 años, la desnutrición crónica sube al 27%.   Lo cual es aún más grave, por la ventana de oportunidad que suponen los primeros mil días de todas y todos los bebes.

En esos mil días se produce el desarrollo neuronal esencial y el aprendizaje fundamental, que incidirá en el desempeño laboral e incluso en los índices de violencia social. La vacunación en esta edad es del 7%. Así las cosas, el primer nivel de salud que debe ocuparse del control del niño sano y de la vacunación no opera. No se capta a la población en edad de ser vacunada y controlada o dichas atenciones no existen.  Siguiendo a ENSANUT 2018, el 10% de menores de 5 años tuvo enfermedades diarreicas y el 35% enfermedades respiratorias agudas.  Los efectos preventivos de las vacunas son fundamentales para romper el círculo de la enfermedad y de su peor efecto, la desnutrición.

Fuente: Beliefnet

Para el 2014, de acuerdo a la Encuesta de Condiciones de Vida, sólo el 58% de niños y niñas menores de cinco años tenía el cuadro completo de inmunizaciones, aunque no se sabe si estas vacunas fueron oportunas. Es decir, 4 de cada 10 no había recibido el cuadro completo de inmunizaciones, lo cual implica que la vacunación no es un derecho universal y que la propuesta del MAIS, Modelo de Atención Integral de Salud, fue débil en su aplicación.

Por eso  llama la atención  que el país que se había caracterizado por las importantes coberturas inmunológicas dirigidas a sus niños y niñas, haya retrocedido. En el 2002, la Organización Mundial de la Salud (OMS) – Organización Panamericana de la Salud (OPS) destacó al Ecuador como el país que más había logrado disminuir la mortalidad por enfermedades infectocontagiosas con sus programas de vacunación que, desde 1996 y hasta ese año, llegaban al 83% de los niños y niñas (Velasco, 2011).

La inmunización es central para la prevención de enfermedades en la infancia temprana, de hecho el ciclo de enfermedad y desnutrición es el más frecuente. Las vacunas completas y oportunas son preventivas. Son una forma inocua de fortalecer la respuesta inmunitaria en los niños y niñas, y para que queden protegidos durante años, décadas o incluso para toda la vida, como lo señala la OMS.  En el Ecuador la vacunación no es universal, no es una medida eficaz para evitar que niños y niñas enfermen o para prevenir su consecuencia mayor: la desnutrición e incluso la muerte.

Ya teníamos deficiencias en la cobertura universal, nominal, completa y oportuna para proteger a los niños y niñas más pequeños de la Meningitis Tuberculosa y Tuberculosis Pulmonar, de la Hepatitis B por transmisión vertical o de la Poliomielitis.  Así como de la enfermedad diarreica aguda por rotavirus o de cumplir en forma apropiada los plazos de aplicación de la vacuna Pentavalente para el sarampión, rubeola y parotiditis.

De acuerdo a los registros nominales, es decir de cada niño y niña menor de tres años atendidos en servicios de desarrollo infantil, se identificaron en el Subsistema Integrado de Vigilancia Alimentario Nutricional (SIVAN) del MSP, un total de 556.094 registros, en el 2019, de ellos 193.000 niños correspondían con nombre y apellido a los servicios del MIES, quienes habían accedido a alguno de los controles de niño sano y por ello suponer también al cuadro de inmunizaciones.  En enero del 2019, se identificó al 1,4% integrados a este Subsistema, en abril de ese año fue el 34% y para junio de 2019, la cobertura del MIES fue de 282.457 niños y niñas menores de 3 años y de ellos sólo el 14,38% habían sido integrados a la vigilancia alimentario nutricional.

De una muestra de 55.000 niños, el 87% tenía la Libreta Integral de Salud, LIS, pero el  78 % de las LIS  no tenían información de salud infantil, graficación del peso/edad, longitud – talla/edad,  peso/longitud-talla,  control de crecimiento y tamizaje. En el 70% de las Libretas Integrales de Salud no consta la suplementación de hierro en polvo, como tampoco las vacunas que han sido aplicadas.

Uno de los impactos de la pandemia es el crecimiento de la pobreza, UNICEF calcula que 3 millones de niños y niñas en el Ecuador están afectados por la pobreza multidimensional, también advertía que un 30% de niños y niñas menores de 5 años no acudió a vacunarse.

A lo que se suma el desabastecimiento de las vacunas para estas edades.  La crisis de desabastecimiento de vacunas es una, la falta de registros administrativos nominales de vacunas es otra, así como también la oportunidad.

Si sólo el 60% de niños y niñas menores de 5 años tenían las vacunas completas en 2014, ya podemos imaginar la crisis de salud que ahora mismo afecta a los niños y niñas en la primera infancia, a lo que se suma el crecimiento de la pobreza que cerró el 2020 con el 30%, hemos retrocedido como país y como sociedad. No somos capaces de ofrecer vacunas universales y oportunas a los niños y niñas más pequeños.  Acudimos a la salud cuando los niños y niñas se enferman, pero el primer nivel de salud que debe encargarse de la promoción y la prevención es francamente inoperante: no educa a las familias, no busca activamente a niños y niñas que requieren los servicios públicos.

Los primeros 5 años de vida son los más significativos en la formación de toda persona. Antes de los 4 años de edad se estructuran las bases fundamentales de un individuo, como el lenguaje, los hábitos y habilidades sociales, el control emocional y las capacidades cognitivas. El desarrollo infantil temprano es multidimensional y requiere de intervenciones simultáneas en las diferentes dimensiones que influyen en el desarrollo de los niños y niñas.  Ya nadie discute la centralidad de la salud y por cierto de la erradicación de la desnutrición o el derecho a las vacunas universales. Las intervenciones deben ocurrir de manera oportuna y de forma pertinente.  El lugar en la estratificación socioeconómica que ocupa el hogar en que una niña/niño nació, es uno de los mejores predictores del lugar que ocupará en su vida adulta. La inversión pública en la primera infancia puede ser un instrumento poderoso para promover la igualdad, el país debe retomar la Estrategia Nacional de Inmunizaciones, vacunas completas y oportunas para todos los niños y niñas, el registro nominal informatizado de vacunación para mejorar la calidad de los datos y las decisiones e impulsar la aplicación de la estrategia de inmunizaciones a nivel territorial integrando las inmunizaciones a los servicios de atención primaria, esto ya lo decía la OPS, en el caso ecuatoriano, allá por el 2014.  Sin vacunas no hay superación de la pobreza y la desigualdad.  No es posible.

La igualdad se construye desde el inicio de la vida.  La transparencia es vital para asegurar los derechos de niñas y niños, el Ministerio de Salud Pública debe exhibir los datos actualizados que estén disponibles sobre inmunizaciones en los últimos años, esta información debe ser totalmente transparente, sistemática y de acceso público  Ecuador tiene derecho a saber cuántos niños y niñas menores de 5 años tienen las vacunas completas y oportunas.  No podemos esperar una nueva encuesta para conocer el desempeño de la salud básica en el país y la capacidad de garantizar este derecho humano sustantivo que define la trayectoria de vida.  Los registros administrativos deben ser transparentes.

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Presidenta del Consejo Directivo del Instituto Interamericano del Niño y Ex Ministra de Inclusión Económica y Social. Ha desarrollado su trabajo profesional en varias instituciones como el Consejo Nacional de Menores, Centro de Capacitación y Formación de Educadores de la Calle, UNICEF, Instituto Nacional de la Niñez y Adolescencia.

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