Enrique Ayala Mora
CONSULTA INOPORTUNA Y OPORTUNISTA
Estuve en general por el “no” en la consulta popular, pero mi opinión fue, como lo dije en en mi columna del El Comercio, que debía analizarse el contenido de las preguntas de la consulta popular para poder pronunciarse. Pero, como podía esperarse, la consulta terminó condenada a ser un plebiscito sobre la gestión del gobierno. El “sí” o el “no”, para muchos votantes será de respaldo u oposición el presidente de la República.
Una consulta que debió plantearse al inicio del gobierno y con otro contenido, la hizo el gobierno como un desesperado recurso para reflotar su apaleada imagen y su previsible derrota electoral. El resultado, pese al grotesco intento de desinformar con encuestas o “exit polls”, que fallaron en más del 50%, fue el previsibe.
POR EL MONOPOLIO ELECTORAL
Al analizar las preguntas que tenían que ver con la estructura del Estado ecuatoriano, mi opinión fue: ¿Quién no va a estar de acuerdo con la reducción del número de asambleístas? Pero el gobierno pretendió hacerlo aumentando los asambleístas nacionales y bajando a la mitad los de la mayoría de las provincias. Por ejemplo, Pastaza y Zamora bajarían de 2 a 1. Cotopaxi e Imbabura de 4 a 2. Pero Guayas baja de 20 a 18 y Pichincha también solo 2. De este modo, se profundiza el bicentralismo y el abandono de las provincias pequeñas. Esto es repudiable.
También destaqué que todo el mundo respalda que se evite la multiplicación de organizaciones políticas y se impida que hagan trampa con sus afiliaciones. Pero el gobierno no propuso mejorar la calidad de los partidos y su militancia, sino entregar su absoluto control al Consejo Electoral y su incensurable burocracia.
Con el requisito del l.5% del censo electoral para la militancia activa de cada partido, controlada por el estado, se atropellan derechos fundamentales. Si la norma propuesta por el gobierno se aplicaría en Estados Unidos o Europa desaparecerían todos los partidos políticos en todos los países. En realidad, solo subsistiría el Partido del Trabajo (comunista) de Corea del Norte. ¿Es esto democracia?
Con su manipulación de las leyes y el Consejo Electoral, el correísmo se propuso manejar todas las instituciones políticas, estatizando la sociedad civil. Un gobierno neoliberal como el de Lasso intentó profundizar esa tendencia con sus preguntas en la consulta.
Mi tesis por más de una década ha sido que el mal llamado “Consejo de Participación Ciudadana y Control Social”, un monumento a la manipulación y corrupción correísta que no sirve para nada, debe desaparecer. La pregunta que pasaba sus principales atribuciones a la Asamblea Nacional, con garantías para sus designaciones de altos funcionarios, respondía a una necesidad nacional para superar los mecanismos constitucionales puestos el robo y el autoritarismo. Pero sufrió el impacto de la negativa aplastante.
LA VICTORIA CORREÍSTA
Es indudable que el correísmo tuvo un amplio triunfo en las elecciones. Ganó en las cuatro provincias y ciudades más grandes del país. También tuvo participación en el triunfo del “no” en la consulta popular, aunque no exclusiva, porque otras fuerzas sociales y políticas tuvieron también parte en el resultado.
El triunfo correísta es notable, pero refleja que es la mayor minoría electoral del país y no una tendencia propiamente mayoritaria. Además, esa victoria no tiene efectos permanentes y es también un desafío. Las autoridades electas deberían hacer buenas gestiones y no ser fichas en un tablero político en que la agenda electoral de 2025 sea el principal objetivo, como el propio caudillo ya lo está anunciando.
TRIUNFO CON FUTURO DE PÉRDIDA
Pero la victoria del “no”, masiva como resultó, fue, no solo una aparatosa derrota del gobierno, sino también de los correístas, que trabajaron contra las propuestas de Lasso, que en varias de las preguntas intentó profundizar la concentración del poder político y regional que impuso Correa.
A pretexto de reducción del número de asambleístas, como ya lo he observado, el gobierno intentó hacerlo aumentando los asambleístas nacionales y bajando a la mitad los de la mayoría de las provincias. Eso hubiera profundizado el bicentralismo y el incremento de la desigualdad de las provincias pequeñas.
Por otra parte, el gobierno planteó que para parar la proliferación de organizaciones políticas, sin mejorar la calidad de los candidatos, se las entregara al absoluto control de la burocracia electoral, promoviendo el predomino de las grandes clientelas electorales como el correísmo y eliminando otras organizaciones con el pretexto de que son minoritarias.
Si se cumple la aspiración de los correístas de ganar la próxima elección presidencial se encontrarán con que fue derrotada la tendencia de su caudillo, que Lasso intentó profundizar con la consulta, de eliminar la diversidad de organizaciones políticas y opciones electorales, favoreciendo a las grandes clientelas, y de concentrar el poder en los centros regionales quitando representación a las provincias pequeñas y medianas.
Con el resultado de la consulta, el correísmo no será una clientela electoral cusi monopólica, ni logrará solo mayoría absoluta en la Asamblea. Eso es bueno para el país gracias al triunfo del “no”.
Historiador, profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar, Ecuador.