Dayana León
A las 11h25 del 4 de febrero de 2020, la publicación en la red social Twitter del director de la organización política Movimiento Emergente de Transparencia y Acción Política (META), Alfonso Harb, tenía 100 retuits, 703 me gusta y 70 comentarios; donde se difundía la siguiente frase textual: “una de las típicas fariseas que aplaude lo anormal, la relación homosexual y se amargan cuando un hombre admira a una mujer…” (Imagen 1). Pero no son las únicas expresiones, también arremetió contra la activista y feminista Dolores Miño (@LoloMino): “Preferible a lesbiana, abortista y criminal” (Imagen 2).
Este hecho fue recogido por La Posta (Imagen 3), medio de comunicación digital, que indicó a protagonistas de su habitual marcador del #TweetFighter, sin dar mayores detalles y mostrando los mensajes donde el líder político hacía énfasis, como si fuera una ofensa, la palabra lesbiana y lesbianismo.
Como las redes sociales están casi libres de regulación, a pretexto de garantizar la “libertad de expresión”, al momento no se ha presentado ninguna respuesta formal o institucional que llame la atención sobre las constantes expresiones de un líder de una agrupación política.
Recordemos que por frases homofóbicas, al Pastor Nelson Zavala, el Tribunal Contencioso Electoral (TCE) suspendió sus derechos políticos por un año e impuso la multa de 10 salarios mínimos, equivalente en ese entonces a 3.100 dólares (El Telégrafo, 2013).
Esto puede ser impensable en un país que en las últimas horas aplaudió la vigencia de las reformas a la Ley Orgánica Electoral y de Organizaciones Políticas, Código de la Democracia, publicadas este 03 de enero de 2020 en el Registro Oficial, donde en todo su proceso de socialización hizo un llamado para luchar contra la violencia política que, de acuerdo a la definición en el artículo 10 de la Ley Orgánica Integral para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (2018), se contempla lo siguiente:
“Aquella violencia cometida por una persona o grupo de personas, directa o indirectamente, en contra de las mujeres que sean candidatas, militantes, electas, designadas o que ejerzan cargos públicos, defensoras de derechos humanos, feministas, lideresas políticas o sociales, o en contra de su familia. Esta violencia se orienta a acortar, suspender, impedir o restringir su accionar o el ejercicio de su cargo, o para inducirla u obligarla a que efectúe en contra de su voluntad una acción o incurra en una omisión, en el cumplimiento de sus funciones, incluida la falta de acceso a bienes públicos u otros recursos para el adecuado cumplimiento de sus funciones” (Ley Orgánica Integral para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, 2018).
Igualmente en las reformas electorales se aprobó la definición de la violencia política y se le tipificó como infracción electoral muy grave y con sanción, esto significa la imposición de una multa desde 21 a 70 salarios básicos unificados, la destitución y/o suspensión de derechos de participación desde dos hasta cuatro años.
Todo el marco legal favorable para que se respeten los derechos de las mujeres y personas LGBTI en un ámbito político electoral es insuficiente, porque no existe un compromiso democrático (con pocas excepciones), para desterrar al interior de las organizaciones políticas tendencias como la del líder del movimiento M.E.T.A. y ciertos asambleístas de organizaciones políticas que permanentemente intentan deslegitimar el activismo de las feministas.
Solamente resta un año para que en Ecuador se vuelva a las urnas, esta vez se elegirá a la próxima presidenta o presidente, vicepresidenta/e, asambleístas nacionales, provinciales y del exterior, y parlamentarias/os andinos.
Este proceso será el primero de su tipo que se realizará con la vigencia de los cambios al Código de la Democracia.
En este escenario una de las reformas más sustanciales fue otorgarle a la normativa electoral un carácter transversal de inclusión e igualdad, con enfoque y perspectiva de género, considerando que existen retos en las actuales representaciones que influyen en actuaciones discriminatorias hacia las mujeres y personas LGBTI, más aun cuando deciden opinar, interactuar y/o participar en ámbitos políticos. De manera específica, se tendrá la progresividad de la paridad: en el 2021, el 15% es el porcentaje de mujeres que encabezarán listas; en el 2023, de 30 % y, en el 2025, será el 50 %; también para las elecciones del 2025 tendremos binomios presidenciales paritarios (Reformas al Código de la Democracia publicadas en el Registro Oficial, 2020).
Los próximos meses serán intensos para posicionar las candidaturas con miras al 2021, pero si nosotras queremos que nuestras agendas estén en las decisiones políticas, tenemos que motivar e impulsar a mujeres para que estén en la papeleta electoral.
Es decir, debemos luchar para que la conformación paritaria de las listas, no sea únicamente un requisito administrativo, una cuota; sino que se convierta en un verdadero compromiso por nuestras demandas históricas. Por eso es vital que el tablero político en el 2021 tenga la representación sustancial de las mujeres.
Hechos y expresiones de ciertos líderes y generadores de opinión pública, sin ninguna sensibilidad por las que somos discriminadas, asesinadas, violentadas, acosadas y excluidas, debe alertarnos para decidir como corresponde: somos más del 50% del padrón electoral, por tanto, las candidaturas tendrán que pedirnos el voto, y también las mujeres debemos confiar en nuestras compañeras, porque de eso se trata la sororidad.
Con todas sus ventajas y desventajas, también nos debe interesar la política, porque es ahí donde se cristalizan decisiones como programas y planes desde el Estado, los presupuestos para combatir la violencia y la discriminación, las leyes y los protocolos que nos otorgan la seguridad jurídica.
Por eso, los próximos comicios deben ser las elecciones de las mujeres, con sus rostros reflejados en las papeletas y en las proclamaciones de resultados como autoridades electas, para que nunca más tengamos que esperar en una garita de la Asamblea Nacional a que nos atiendan en los despachos, o caminar por pasillos y salas del Legislativo sensibilizando a asambleístas para que voten con conciencia de género, ni que nos tilden de “feminazis con banderas” o “nudistas sin causas” cuando reclamamos en espacios públicos nuestros derechos.
Esta lucha no es sectaria, porque ni los hombres ni la sociedad en general son nuestros enemigos, puesto que nuestra aspiración siempre es caminar en conjunto para lograr un mundo con igualdad de derechos y oportunidades.
Sin embargo, no nos pidan solapar la misoginia, violencia, actitudes xenofóbicas, sexistas, patriarcales y machistas.
No olvidemos nunca lo que dijo Florence Thomas:
“Nunca he declarado la guerra a los hombres; no declaro la guerra a nadie, cambio la vida: soy feminista. No soy ni amargada ni insatisfecha: me gusta el humor, la risa, pero sé también compartir los duelos de las miles de mujeres víctimas de violencia: soy feminista. Me gusta con locura la libertad más no el libertinaje: soy feminista. No soy pro abortista, soy pro opción porque conozco a las mujeres y creo en su enorme responsabilidad: soy feminista. No soy lesbiana, y si lo fuera ¿cuál sería el problema? Soy feminista. Sí, soy feminista porque no quiero morir indignada. Soy feminista y defenderé hasta donde pueda hacerlo a las mujeres, a su derecho a una vida libre de violencias” (Soy feminista, Florence Thomas)
¡El próximo año, estoy convencida que la política volverá a encantarnos a las mujeres, porque no hay tiempo que perder para profundizar la democracia!
Referencias bibliográficas:
El Telégrafo (2013). Pastor Zavala pierde derechos políticos a causa de su homofobia http://tinyurl.com/y3oo33gx, visitada el 04 de enero de 2020.
Ley Orgánica Integral para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (2018). Publicada en el Registro Oficial de la República del Ecuador Nro. 175 del Lunes, 5 de febrero de 2018.
Reformas a la Ley Orgánica Electoral y de Organizaciones Políticas, Código de la Democracia (2009). Publicadas en el Registro Oficial, Suplemento Año I – Nº 134 del lunes 3 de febrero de 2020.
Thomas, Florence (s/f) Soy feminista. Disponible en la URL http://debatefeminista.cieg.unam.mx/df_ojs/index.php/debate_feminista/article/download/809/715, visitada el 05 de febrero de 2020.
Periodista por la Universidad de La Habana con Maestría en Ciencias Sociales, mención en Género y Desarrollo, otorgada por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), sede Ecuador. Ex Asesora Electoral, consultora en comunicación, democracia y género.
Ejerce la cátedra universitaria, ponente en eventos nacionales e internacionales como el Women Economic Forum, observadora electoral internacional, columnista en medios nacionales e internacionales y gestora de proyectos de cooperación para el desarrollo. Es integrante de la Red de Mujeres Líderes de las Américas y Editora de la Sección de Redes Sociales en la Revista Protest.
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