La comunicación de la crisis: Apuntes de las movilizaciones de junio.

La comunicación de la crisis: Apuntes de las movilizaciones de junio.

Caroline Avila

Si uno es el conflicto en las calles, otro es de las redes.  En tiempos de Twitter, Facebook y TikTok, los espacios de disputa se trasladan de la plaza al simbolismo de lo virtual, a la percepción de la opinión pública, a la conquista del hashtag.  Las movilizaciones de junio de 2022 que vivió el Ecuador reflejaron en su narrativa que la disputa era mucho más compleja que lo que sucedía en las calles. Pasaba también por lo que sucedía en las redes y los encuadres que allí se emplearon.

La estrategia gubernamental intentó conquistar la narrativa al hacerlo pronto y con dos mensajes.  El Ministro Carrillo anticipó saqueos y secuestros, como recordatorio de su experiencia en Octubre de 2019 y el Presidente Lasso sobre los derechos de movilización, trabajo y educación y que en este momento #NoPodemosParar .  Por su parte la CONAIE presentó en redes su plataforma, convocó a la #MovilizaciónNacional #EnUnidad.

El primer giro comunicacional se presenta cuando detienen al dirigente indígena, Leonidas Iza.  Las redes enardecidas exigían su ubicación y luego su liberación.  El gobierno pierde así el control del relato y comienza una línea de respuesta ante la exigencia de explicaciones.  Mientras que la cuenta de Twitter gubernamental presentaba audiovisuales e infografías con el cuidado que la estética y el presupuesto permiten, la CONAIE tenía una comunicación más artesanal, improvisado en la calidad del video pero no en el discurso ni en las imágenes.  Leonidas Iza se muestra en colectivo, en escenario o con podio, con banderas o símbolos, en pie de lucha. Lasso hablaba desde el pasillo, con una estética sencilla, modesta.  No era el Presidente el que hablaba, no había símbolos de representación del cargo, que le otorguen importancia al discurso.  En lugar de que la voz presidencial le hablase a la nación, grababan un live.

Las crisis son sinónimos de incertidumbre.  El contexto obliga a los gobernantes a difundir con la mayor precisión posible información que oriente las acciones, que deje a los ciudadanos con certezas que contrarresten los momentos de inestabilidad.

Durante esos primeros días la comunicación de Carondelet fue muy ambigua, los breves minuto que duraban los mensajes pregrabados dejaban más preguntas que respuestas.  Las certezas de las acciones a veces venían de las respuestas de la CONAIE.  La agenda muchas veces llegaba desde las filas de las estructuras indígenas que de los pasillos de Carondelet.

Conforme pasaban los días el gobierno se concentró en posicionar  la intención de diálogo.  El mensaje aducía que no hay detonantes para el conflicto y que el diálogo no era con la CONAIE sino con toda la sociedad civil.  Por el lado de la CONAIE comienzan las denuncias de atropellos, agresiones y exigencias a un diálogo pero con resultados, acusan al gobierno de desconocimiento de una realidad social que es detonante suficiente para movilizarse y convocan al traslado a Quito para las próximas horas. En ese escenario viene el decreto de estado de excepción, en palabras del Presidente Lasso, “para defender a Quito”.

El enfoque de la comunicación gubernamental que inició con la intención de posicionar el vandalismo y la necesidad de seguir trabajando, en 8 días tuvo que cambiar por un corte más reactivo: Comunicar las decisiones del gobierno en respuesta a las demandas de la CONAIE.  Del no poder parar, a promover un diálogo, y luego a abogar por la paz.   De la acusación del vandalismo a la narco política financista de movilizaciones.  La evolución de la comunicación gubernamental en estos 18 días ha transitado entre la propuesta y la reacción, en la diversidad de públicos y en las distintas estéticas.

Al inicio la comunicación gubernamental nos presentaba un caballero calmado, de chompita y charla de zaguán.  La imagen fue cambiando a reuniones en Carondelet, visitas a recintos militares, fotografías con sectores indígenas, sociales.  Manos estrechadas, agradecimientos por el pueblo movilizado en apoyo al Presidente.

Análisis aparte merece el manejo comunicacional del COVID del Presidente Lasso, anunciado por la Secretaría de Comunicación y dos días después, el consejero de gobierno, Diego Ordóñez, hacía público la curación. Un manejo errático que no solo deja sospechas sobre el recurso utilitario de la circunstancia como distractor de tensiones, sino porque lastima la ya comprometida credibilidad del Presidente. Finalmente, con el COVID resuelto, la última semana el gobierno presenta un Presidente de saco y corbata hablándole al Ecuador desde el despacho tradicional con la madera tallada de fondo y la bandera de marco.  Solo que el discurso fue determinante, no más diálogo, al menos no con Iza.

Por el otro lado, la CONAIE se mostraba en pie de lucha. Los primeros días, con atril, banderas y símbolos y siempre en colectivo.  Luego, ya con el pueblo movilizado en Quito, los pronunciamientos se hacían desde la calle, o desde la oficina improvisada pero siempre en la línea de frente, con el rojo vivo de sus ponchos y sus banderas tricolores o multicolores.  En la hora de mayor incertidumbre para el país, cuando se votaba la activación del art. 130 de la Constitución para una muerte cruzada desde la Asamblea y cuando el Presidente retiró a sus ministros del diálogo mediado por los otros poderes del Estado y por la Iglesia, la CONAIE decide hacer una declaración vía Facebook Live desde el patio del lugar de reuniones, frente a una fogata, en colectivo, con la bandera del Ecuador sostenida por sus representantes.  Con mujeres y hombres que se veían cansados y cuyo mensaje seguía dando ánimo para continuar en la conversación, y en la lucha.

La principal dificultad de la CONAIE y sus organizaciones aliadas fue la de desmarcarse del manto del vandalismo, de la acusación de falta de control y de desacuerdos entre sus líderes.  De manera que la dirigencia se debatía entre la comunicación hacia el país y los medios internacionales y la comunicación entre sus estructuras.  Las redes sociales tanto de la CONAIE como de sus organismos asociados y medios comunitarios permanecieron muy activos transmitiendo a las bases el mensaje de la dirigencia.  En TikTok se veían lives ciudadanos cubriendo cada discurso pronunciado por Iza en sus recorridos por donde estaban las delegaciones.  Los pronunciamientos de la dirigencia tenían entre 20 a 30 mil personas sintonizadas.    Si las decisiones de la CONAIE tenían toda esta estructura de comunicación y podían llegar a sus distintos públicos, las respuestas gubernamentales no encontraron la misma escucha.  La difusión de los anuncios de mejoras no llegó a todo el mundo. No se puede hacer marketing de la crisis así que la publicidad no era opción, y sin embargo lo intentaron en la producción de audiovisuales con las lógicas persuasivas del marketing político.  A pesar de los esfuerzos no encontraron canales adecuados para difundirlos. En los anuncios presidenciales no se exponían suficientes detalles y las vocerías no resultaron efectivas.

Ahora bien, no todo es comunicación.

La detención de Iza, la intervención policial en la Casa de la Cultura eran decisiones estratégicas que terminaron siendo contraproducentes con la opinión pública.

Las manifestaciones y marchas eran profusamente cubiertas y así como se veía la violencia desde ciertos manifestantes, también se veía la represión desde la policía, tanto más cuando ya se comenzaron a contar los muertos y heridos.  Las decisiones de asistir o no a los diálogos pasan más por el filtro político que por el comunicacional.  Más de una vez la fotografía, la infografía, o el audiovisual son lo único que alcanza a hacer la Secretaría de Comunicación cuando los conflictos escalan y el equipo todavía requiere ganarse la confianza del Presidente y su círculo cercano.

Así transcurrieron 18 días de movilización que pueden recibir distintas valoraciones.  Cuántos de los 10 puntos se consiguieron, cuántas víctimas, cuántos millones perdidos. El balance final no deja ganadores sino sólo perdedores en un conflicto que duró demasiado. Que quizá no debió siquiera comenzar.

Finalmente el cierre.  La conclusión del proceso requiere mucho cuidado en la forma y en el fondo.  No caer en la tentación del marketing y la publicidad política como herramientas de comunicación de un cierre que no podía dejar satisfechos a todos, que sólo contabilizaba pérdidas. No hay victorias cuando se cuentan muertos.  De manera que alcanzar la paz no es necesariamente el principal logro, cuando hay corresponsabilidades en su pérdida. Más todavía cuando lo que se firmaba parecía, y sigue pareciendo, una tregua de 90 días, cuya fragilidad está cada vez más expuesta con el pasar de las semanas y las declaraciones de acusaciones y descalificaciones.

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Doctora en Comunicación, docente e investigadora universitaria, con más de 20 años de experiencia en gestión y docencia en distintos niveles educativos. Analista de comunicación política con énfasis en comunicación gubernamental. Conferencista y autora de varios artículos académicos y de opinión en estas temáticas.

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