Doménica Estrella
Desde la perspectiva feminista existen múltiples discursos en el tema de la prostitución. Entendiendo a la prostitución como la forma más baja de la fusión entre el patriarcado y el capitalismo, afirmando que es un acto de perpetuación de la cosificación hacia los cuerpos femeninos y las relaciones de poder que ejercen los hombres sobre las mujeres. Es por ello que una de las principales posturas es la “abolicionista”, la cual pretende eliminar la prostitución desde la raíz, lo cual cierra todo camino para la legalización. También es muy común escuchar discursos “legalistas”, los cuales contemplan a la prostitución como un trabajo digno, el cual debe ser legalmente reconocido, con el objetivo de gozar todos los derechos que por ley convienen, esto además de buscar beneficios necesarios para las trabajadoras sexuales. Sin embargo, discrepando y coincidiendo con ambas posturas, se da la idea de la regulación hasta la abolición, la más razonable, lo que conlleva el hecho de aceptar que la prostitución es una realidad latente en el Ecuador, entendido como una realidad precarizada y empobrecida, síntoma de una sociedad abandonada, estatalmente hablando. Por lo que, al reconocer esta realidad, la legislación debe regular la prostitución, pero con el objetivo a largo plazo de lograr su progresiva desaparición.
En el Ecuador, la prostitución en cifras es agobiante, según el Diario La Hora, en el año 2020, 67.000 mujeres se dedicaban al trabajo sexual, de las cuales 54.000 son jefas de hogar. Lo que demuestra que la prostitución es el camino más viable de muchas mujeres en condición de pobreza, dentro de un país con carentes oportunidades laborales, y haciendo una reflexión más profunda, con carencias desde su base, en cuanto a temas de educación hacemos referencia.
Es por ello que no es coincidencia, que en las zonas con menor índice de escolaridad, con mayores índices de desempleo, se dé con mayor frecuencia el trabajo sexual, el cual trae consigo muchos más problemas en cuanto a temas de explotación sexual y prostitución forzada, debidamente reconocidos como delitos en el COIP, en los artículos 100 y 101, correspondientemente.
Es importante recalcar que dentro de la normativa ecuatoriana no se reconoce a la prostitución como una actividad laboral, pero al no estar tipificada como un delito, se entiende como una actividad lícita, básicamente un limbo, que ha quedado en el abandono, a pesar de que los vemos reflejado en nuestros ojos diariamente.
Pese a ser un tema delicado y que merece una respuesta por parte del Estado, el gobierno de Guillermo Lasso, ha dejado un sinfín de realidades significativas en segundo plano, una de ellas, la prostitución. Sin proyectos de ley, sin políticas públicas, sin debates, ni espacios de opinión. Por lo que es momento de visibilizar este tema y darle la importancia necesaria, ponerla sobre la mesa hará que la regularización deje de ser utopía y que se tomen decisiones concretas para mejorar la situación material de las trabajadoras sexuales en el Ecuador.
Estudiante de Derecho de la Pontificia Universidad Catolica del Ecuador. Activista, feminista, comprometida con la justicia social. Soy una persona responsable, creativa organizada, con el objetivo de ser una profesional de calidad, con aptitudes de honestidad y probidad.