Ecuador es inseguro para la niñez y adolescencia

Ecuador es inseguro para la niñez y adolescencia

Berenice Cordero

El fenómeno conocido como «bullying» ha dado pie a diversas aproximaciones. Una de ellas es la ya clásica que realiza Olweus (1983), quien lo describe como una conducta de persecución física y/o psicológica que realiza un estudiante contra otro, al que elige como víctima de repetidos ataques. Las causas que originan el bullying dependen de cada caso concreto, aunque suelen tener unas características comunes: el acosador escolar no tiene empatía y, por tanto, es incapaz de ponerse en el lugar del acosado y ser sensible a su sufrimiento.

El origen de la violencia del acosador puede venir causado por problemas sociales o familiares, que pueden provocar que el niño desarrolle una actitud agresiva y que en la adolescencia sea violento. «En muchas ocasiones, los acosadores son personas que también han sido acosadas«, precisa Díaz-Caneja. Otros factores que pueden incidir son una situación socioeconómica desfavorable en casa, poca organización en el hogar o tensiones entre los padres. La violencia intrafamiliar que afecta esencialmente a las mujeres, crea patrones de conducta agresivos, mucho miedo e inseguridad en las víctimas indirectas en este caso niñas y niños. 6 de cada 10 mujeres son víctimas de la violencia. El tipo de violencia en el hogar ecuatoriano, destaca que casi el 40% de los niños, niñas y adolescentes afirmaron haber recibido un trato violento por parte de sus padres: incluye golpes, baños de agua fría, insultos, burlas, y otras formas, como dejarlos sin comer y sacarlos de la casa. Los más afectados son los niños y niñas entre los 5 y 12 años, franja en la que casi el 50% fue agredido física y psicológicamente. La mayor prevalencia de la violencia contra los niños en el hogar se registra en la zona rural 42% vs. la urbana que es de 36%

En el acoso escolar también influyen factores relacionados con el colegio y los profesionales que allí trabajan. «El clima escolar es clave», afirma la experta. Pero también el “clima familiar” es una fuente de patrones de conducta violentos: 5 de cada 10 niños menores de 1 año, en el Ecuador, sufre violencia física, independientemente de la formación académica de sus padres. Según Martínez Pacheco (2016), el bullying no es un asunto que involucra solo al agresor y al agredido, también en él se involucran los espectadores u observadores; de esta forma el agresor es la persona que ejecuta las acciones, se caracterizan por el dominio de los demás a través de la fuerza. Estos puede ser agresores activos o pasivos.

Visión Mundial y UNICEF, en 2015, realizaron un estudio que delimita más claramente la diferencia entre violencia y acoso escolar: el acoso escolar no corresponde a un evento aislado sino más bien a un patrón de comportamiento (Pinheiro). Se diferencia de otras formas de violencia entre pares por su carácter reiterativo e intencionalidad, así como por un desequilibrio de poder o fuerzas (Olweus).

Este estudio señala el carácter “reiterativo” en su definición de acoso escolar como: la ocurrencia de una misma forma de intimidación o violencia sufrida por un estudiante y cometida por otro más de tres veces en el último quimestre.

  • 1 de cada 5 de los estudiantes ha sido víctima de acosos escolar. En números absolutos son 350.000.
  • El acosos escolar, no presenta mayores diferencias entre hombres y mujeres. Sin embargo, cuando miramos los tipos de acoso, al igual que en el caso de violencia, las mujeres están más propensas a ser víctimas de acosos por rumores y revelación de secretos (9.3%), y por sustracción de sus pertinencias (6.9%).
  • Al igual que en el caso de violencia, la prevalencia de acosos escolar en la Amazonía (27.3%) es la más alta, frente a la Costa (25.6%) y Sierra (19.7%).
  • No existen diferencias significativas en la incidencia de acoso escolar entre las instituciones educativas fiscales/municipales en comparación con las particulares/fiscomisionales.
  • 7 de cada 10 casos de acoso por insultos o apodos ofensivos de desarrollaron en el aula escolar.
  • En 1 de cada 10 casos de acoso escolar estuvo presente un profesor o autoridad.
  • 50% comunicó a la madre, 8% al personal del DECE y muy pocos al padre.

“Hay que ponerse en los zapatitos de los estudiantes. Es un terror, es un miedo terrible, y no lo dice porque no quiere, está siendo amenazado por otro estudiante. Le dice “Te voy a matar”, y aunque no va a pasar eso le intimida, genera tanto temor que hemos visto que muchos estudiantes se han suicidado. Hay que tener cuidado con eso, trabajar en eso, porque el maltrato escolar está creciendo”(Grupo focal con autoridades, enero de 2015).

Algunas víctimas están afectadas por acoso escolar psicológico y más expuesto a consecuencias tales como la deserción escolar, el aislamiento social e inclusive el suicidio (20,4 de los estudiantes entre 11 a 14 años, por rumores, lo han pensado). Llama también la atención el bajo porcentaje de victimas que comunicaron del hecho a su padre. El miedo es un factor de deterioro de aprendizaje y refleja en bajos niveles de logros de aprendizaje.

Las reformas al Código Orgánico Integral Penal (COIP) fueron aprobadas inicialmente, el 6 de mayo de 2021. 107 legisladores votaron a favor: definieron el acoso escolar y académico como “toda conducta negativa, intencional, sistemática de agresión, ridiculización, difamación, amenaza, incitación a la violencia, y hostigamiento. También se castiga cualquier forma de maltrato psicológico, verbal, y físico. Puede ocurrir dentro o fuera de la escuela, por parte de un docente, autoridad o con quienes la víctima o víctimas mantienen una relación de poder asimétrica”.  La pena es de 3 a 5 años por acoso a menores de edad.

Cuando las mismas conductas del caso anterior se produzcan entre estudiantes menores o entre pares, el entre estudiantes niñas, niños y adolescentes, se aplicarán las medidas socioeducativas correspondientes y el tratamiento especializado reconocido en la ley de la materia, garantizando los derechos y protección especial de niñas, niños y adolescentes.  Se trata de un delito de contravención.

En una cifra sin precedentes en Ecuador, 192 menores de edad fueron víctimas colaterales de la violencia en las calles en 2022.  La seguridad ciudadana, es una modalidad específica de la seguridad humana, relacionada con la seguridad individual de cada persona. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD,2010, 2013a) menciona que “La seguridad ciudadana consiste en la protección de un núcleo básico de derechos, incluidos el derecho a la vida, el respeto a la integridad física y material de la persona, y su derecho a tener una vida digna” (PNUD,2013b, p. 5). En este sentido, busca fomentar el fortalecimiento y la construcción de instituciones y formas de convivencia democráticas que permitan proteger de manera efectiva, sostenible y con apego a los derechos humanos, la integridad física, psicológica, sexual y material de las personas”.

En 2021, fuente Ministerio de Gobierno, se produjeron 88.000 detenciones, el 14% por sustancias sujetas a fiscalización y el mismo 14% por violencia intrafamiliar.  Existe malestar, decepción ciudadana y social sobre las acciones públicas en torno a las instituciones de seguridad y justicia, por la impunidad y la inoperancia.  También sobre un legislativo cuestionado por la corrupción, de forma similar se debe disputar la gestión y orientación de la política pública de seguridad, enfocada únicamente en regular el uso de la fuerza o tipificar el terrorismo.   Por eso lo más grave es la ausencia crucial de políticas claras y financiadas que no se compadecen con la multidimensionalidad y complejidad de la violencia, cuyas principales víctimas son justamente las niñas, niños, adolescentes y por la evidencia las mujeres.

La mano dura no es la respuesta para todo, tampoco la penalización de las conductas. La causalidad de la violencia que viven los niños, niñas y adolescentes, es estructural, es cultural, es económica, es política e institucional, es parte de una noción de hábitos de poder propios de las sociedades patriarcales, que implica  una jerarquización de los sujetos que la componen, generando relaciones asimétricas entre las personas y posicionando al adulto hombre en la cima de la pirámide, dejando en un segundo plano a niños, niñas y a las mujeres (Norambuena). Esta práctica se expresa evidentemente en las instituciones y entre quienes toman las decisiones al más alto nivel.  Ecuador vive este tipo de sociedad de forma cotidiana, así se subordina a niños, niñas y mujeres y se les considera incompetentes e incompletos, sujetos a disciplinar.  La violencia es su expresión más clara. Mientras pensemos que endurecer las penas es la única respuesta o el porte de armas es una solución, habrá más muertes violentas de niños, niñas y mujeres.  La seguridad ciudadana es también un derecho de las mujeres de las adolescentes y de los niños y niñas.  

 

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Presidenta del Consejo Directivo del Instituto Interamericano del Niño y Ex Ministra de Inclusión Económica y Social. Ha desarrollado su trabajo profesional en varias instituciones como el Consejo Nacional de Menores, Centro de Capacitación y Formación de Educadores de la Calle, UNICEF, Instituto Nacional de la Niñez y Adolescencia.

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