Quito Libre de minería: ¿es posible?

Quito Libre de minería: ¿es posible?

Tarsicio Granizo

Cuando hablamos de minería la primera pregunta que necesariamente surge es: ¿Realmente la minería es un buen negocio para el país? De acuerdo con el sector minero, los ingresos que el Ecuador podría obtener en oro, cobre y otros minerales metálicos supera toda expectativa: se habla de hasta 600.000 millones de dólares el potencial minero que tendría el país. Sin embargo, de ser cierta esta astronómica cantidad de dinero, no se tiene claro cuánto se quedaría en el Ecuador y cuánto recibiría el Estado.

Lo que gana el Estado ecuatoriano por concepto de minería asumo que no será mucho. Pongamos el caso de Mirador, la mina de cobre a cielo abierto mas grande del Ecuador, manejada por empresas chinas. Esta mina tendrá una vida útil de 27 a 30 años y la inversión privada es de 2.015 millones de dólares desde la exploración hasta el cierre de mina. Se estima que el beneficio para el Estado sería de 7 mil seiscientos millones de dólares….en 33 años. Esto es más o menos 230 millones de dólares por año, lo cual -a mi modesto modo de ver- no es gran cosa considerando que el presupuesto del Estado es de 34 mil millones de dólares por año.

Es claro que en las cifras que maneja el sector minero no se incluyen los costos ambientales y sociales de la actividad que ciertamente deberían estar incluidos en los análisis financieros.

Estoy casi seguro de que, si se hacen estudios serios de costos ambientales y sociales y se los valora económicamente, la actividad minera dejaría de ser tan rentable como dicen quienes la apoyan. Algunos de los impactos directos de la actividad minera tienen que ver con la contaminación del aire, la contaminación del suelo, el incremento de factores de riesgos naturales (p.e. deslizamientos, derrumbes), deforestación, pero sobre todo afectaciones a cuerpos de agua. En efecto la minería puede tener impactos graves en ese recurso vital porque puede alterar las dinámicas fluviales, los regímenes hidrogeológicos (entre otras cambiando el nivel freático de las aguas, es decir el nivel superior de un acuífero), contaminar y/o sedimentar ríos y otros cuerpos de agua con metales pesados, e incluso cambiar el pH del agua. Demás está señalar que la minería consume millones de litros de agua para el procesamiento del mineral.

Los impactos sociales de la minería también han sido graves: conflictos entre el Estado y comunidades locales que han terminado incluso con violencia y muerte, división en las comunidades y pueblos indígenas entre quienes apoyan y quienes rechazan esta actividad, violaciones de derechos laborales y humanos, desalojos, y un largo etc.

LOS TIPOS DE MINERIA EN EL ECUADOR

Hay cinco tipos de minería:

La gran minería, es decir, minas de gran tamaño, constituida en la actualidad por una docena de proyectos (pero que podrían ser más en el futuro): Fruta del Norte, Mirador, Loma Larga, San Carlos Panantza, Río Blanco; así́ como, Cascabel, Cangrejos, Curipamba, La Plata, Llurimagua y Ruta de Cobre. Estos a su vez se dividen en proyectos de gran escala, proyectos estratégicos y de segunda generación.

La minería mediana y pequeña, considerada así por el área, características del yacimiento, monto de inversiones y capacidad instalada de explotación y beneficio o procesamiento. Son miles de concesiones las que caen dentro de este tipo.

La mal llamada “minería artesanal” que de artesanal no tiene nada. Cuando uno escucha “artesanal” se imagina la clásica batea de madera en donde se lava el oro en los ríos. Pues no, la minería artesanal se llama así por el volumen de producción, pero no por las técnicas que son muchas veces exactamente iguales que en la mediana y pequeña minería. La “ventaja” que tiene este tipo de minería es que extrañamente no requiere permisos ambientales. También son innumerables concesiones.

La minería de pétreos (arena, piedra, ripio y otros), cuyo control está a cargo de los gobiernos autónomos descentralizados y que muchas veces también causa impactos importantes especialmente en los ríos y en las montañas de donde se extraen ciertos productos.

Y por último la minería ilegal. Obviamente estas son, como su nombre lo indica, actividades al margen de la ley, muchas veces vinculadas a otros crímenes, incluso narcotráfico. El exministro Juan Carlos Bermeo aseguró en una entrevista que “El narcotráfico, la trata de personas y otras actividades ilícitas están vinculadas con una red de minería ilegal en la ciudad de Zaruma” y que  se trataría de “grupos conocidos de minería ilegal” que actúan en una “zona de explotación en donde hay narcotráfico, hay tráfico de armas y hay trata de blancas”. Se sabe que los narcotraficantes muchas veces lavan sus dineros con actividades mineras. Y no solo en Zaruma. La minería ilegal es un tema más relacionado con la misma seguridad del Estado y debería ser considerada como parte del crimen organizado, como también deberían ser considerados otros delitos como el tráfico de especies o la pesca ilegal.

¿LA MINERÍA ES EL FUTURO?

La pregunta que debemos hacernos es si queremos un país minero, como lo es Perú o Chile. ¿Es ese el modelo de desarrollo que necesita el Ecuador? ¿O cuál es un modelo más acorde a la realidad de nuestro país? Recordemos que el Ecuador es uno de los 17 países más biodiversos del planeta.

Cuando hablamos de diversidad biológica o biodiversidad estamos hablando de tres cosas: la cantidad de especies de animales, plantas y otros organismos vivos; la cantidad de ecosistemas o paisajes y por último pero igualmente importante, la diversidad genética dentro de una misma especie.

Sobre la primera dimensión de la biodiversidad, los números son increíbles (y eso que no conocemos ni el 15% de toda la biodiversidad). No les voy a cansar con números pero solo a manera de comparación diremos que la cuenca alta del Río Napo tiene más especies de peces de agua dulce, que toda Norteamérica incluyendo México. Y esos números se repiten con los mamíferos, las aves, los anfibios, los reptiles y las plantas. El Yasuní tiene el record mundial de especies arbóreas, encontrándose 1.100 especies diferentes en apenas 25 hectáreas.

La diversidad de ecosistemas también es alucinante: diecinueve solo terrestres. Y si hablamos de diversidad genética pongámonos a pensar cuántas variedades de papa conocen? O de banano? O de melloco o yuca? La diversidad genética ha sido clave en la seguridad y soberanía alimentaria del país.

En este contexto de biodiversidad, ¿vale la pena invertir en una actividad que precisamente puede afectar ese recurso estratégico que tiene el país? Entonces si no es la minería (o el petróleo) el recurso que le puede dar ingresos al Ecuador, ¿cuál sería?

¡PARTE DE QUITO (DM) ESTÁ EN EL CHOCÓ!

El Chocó es la región selvática del norte de la costa ecuatoriana, en las provincias de Esmeraldas, Carchi, Imbabura, Pichincha, Santo Domingo de los Tsáchilas y Manabí. Esta increíblemente biodiversa región, se extiende desde Panamá, por la costa del Pacífico colombiano y el norte del Ecuador.

Fuente: Ministerio del Ambiente

Es un mosaico de planicies fluvio-marinas, llanuras aluviales (el bajo Chocó), valles quebradas y escarpes montañosos, bosques nublados (el Chocó andino), ríos y otros ecosistemas, que colinda con los páramos andinos. Entre las características que tiene esta región es que es una de las más lluviosas del mundo y una de las más biodiversas. Además en ella se asientan importantes culturas y pueblos como los afros, los chachi, los awá y los épera o embera.

El Distrito Metropolitano de Quito no es solo la ciudad de Quito. Incluye parroquias rurales como Gualea, Nanegal, Nono, Nanegalito y Pacto, todas ellas parte del Chocó andino. Así que una parte importante del Distrito Metropolitano es chocoano. Incluso existe una Mancomunidad de la bio-región del Chocó Andino que es una plataforma de coordinación, diálogo y gobierno participativo, conformada por dichas  parroquias chocoanas. Esta Mancomunidad fue creada en 2014.

La riqueza natural y cultura del Chocó andino es tan grande que, en 2018, el Gobierno ecuatoriano, las comunidades locales, los GAD y la UNESCO, incluyeron gran parte del noroccidente rural de Quito como Reserva del Biosfera del Chocó Andino. Incluso en 2013, se creó el Corredor del Oso Andino que es parte de la Reserva; ¡el único oso sudamericano vive en estas maravillosas tierras!

El Chocó Andino tiene varios problemas: altas tasas de deforestación y conversión de hábitats, invasiones y violencia, y sobre todo…tiene oro.

Según Mongabay, de acuerdo con el Catastro Minero, en la actualidad existen 12 concesiones de minería metálica en la Mancomunidad del Chocó Andino, que ocupan 17.863 hectáreas, y 6 concesiones de minería metálica en trámite, que ocupan 9.899 hectáreas. En otras palabras, el 22,3 % del territorio de la mancomunidad está concesionado.

¿SE PUEDE SUSTITUIR LA MINERÍA COMO FUENTE DE INGRESOS?

Creo que definitivamente si. En el Noroccidente de Pichincha y particularmente en el DMQ, hay la oportunidad histórica de cambiar el modelo. Quizás no se pueda salir totalmente de la explotación minera pues muchas veces eso conlleva a demandas nacionales e internacionales, pero podemos ir gradualmente cambiando el modelo de la zona chocoana de Quito.

La bioeconomía, es decir, el uso sostenible de la biodiversidad puede ser una alternativa. El turismo, que poco a poco se recuperará del todo luego de la pandemia, es otra posibilidad. Cultivos como el café, o la caña de azúcar realizados con criterios ambientales y vendiendo el producto con valor agregado es otra alternativa a la minería.

No es descabellado. Estas son algunas características del Chocó andino del DMQ que pueden ayudar a un cambio del modelo. Altísima biodiversidad más o menos aún bien conservada. Una red de varias reservas privadas con bosques en buen estado. Varios ejemplos de productores y productoras de productos como el café, producidos sosteniblemente. Una aceptable oferta hotelera y turística para todo bolsillo (senderismo, ‘canopy’,‘tubbing’ y ‘rafting’); además, hay actividades culturales y gastronómicas, como los recorridos del cacao, chocolate y ágave. Una aceptable red de caminos y carreteras.

Pero para que esto pueda ser una alternativa real, viable y sostenible, se necesita que no haya más minería. Y que la que hay, si no es posible cerrarla por temas jurídicos y legales, debe ser totalmente controlada por las autoridades nacionales y locales. Y sobre todo por las comunidades locales. Está probado que el más eficiente control proviene de la misma gente que vive en el lugar y que es capaz de denunciar y dar a conocer a la sociedad  y a las autoridades cuando hay contaminación, deforestación, vulneración de derechos, u otro problema socioambiental. Y para eso hay que fortalecer la organización social y la comunicación comunitaria. Solo así podremos garantizar un Chocó quiteño con un desarrollo armónico con su entorno natural.

Biólogo ecuatoriano, ha trabajado en conservación ambiental en organizaciones gubernamentales y no gubernamentales en varios países de América Latina por más de 30 años. Actualmente es director de WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza) en el Ecuador. Fue Ministro de Ambiente de Ecuador desde mayo de 2017 hasta agosto de 2018. Ha sido negociador del Ecuador en diferentes conferencias internacionales relacionadas con temas ambientales. Ha trabajado en varias organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales. Ha sido autor y coautor de publicaciones científicas y de difusión.

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