EL PODER de poder decidir

EL PODER de poder decidir

Tamara Idrobo

¿Por qué temen tanto que las mujeres podamos decidir?

En Ecuador, las feministas y los colectivos de mujeres y de personas con capacidad de gestar nos encontramos librando una batalla histórica por la defensa de nuestro derecho humano a poder decidir.

En medio de las disputas y los debates, en las narrativas de la opinión pública, nosotras estamos defendiendo un derecho tan básico, pero tan poco entendido en la sociedad ecuatoriana: poder decidir. Y sí así lo deseamos, acceder a un aborto legal, seguro y gratuito, si es que llevamos en nuestros cuerpos una concepción que es producto de una violación. Esta lucha que venimos librando es histórica y el país sabe que no descansaremos hasta conseguirlo.

Mis compañeras de lucha, muchas de ellas mujeres con la identidad feminista, han explicado en todos sus textos nuestra lucha y la razón de esta. Han sustentado nuestros argumentos de por qué exigimos una #LeyJustaYReparadora sin plazos, sin requisitos y que regule la objeción de conciencia. Todos los artículos y reflexiones que ya han sido compartidos contienen datos de la realidad que vivimos en un país donde ser niña, mujer y persona con capacidad de gestar, es equivalente a ser víctima de violencia.

Yo estoy convencida que quienes están al otro lado de la orilla defendiendo lo indefendible, (defendiendo que una niña, mujer o persona con capacidad de gestar que haya sido violada, tenga que atravesar por la tortura de sostener la gestación de una concepción realizada con violencia) nos temen a las feministas. Tienen miedo de nuestra fuerza y determinación por defender el derecho humano de las víctimas a decidir. Nos temen, porque saben que nuestra lucha feminista siempre ha logrado romper con los sistemas estructurales que nos someten y nos oprimen. Nos temen, porque no quieren perder el poder del control que han ejercido históricamente en nuestros cuerpos y vidas.

Ser feminista y defender hoy por hoy la lucha por el aborto por violación, no solo es revelarse frente a los sistemas. Ser feminista es disputar a los poderes fácticos para llegar a tener el poder de garantizar nuestros derechos. Ser feminista es confrontar y cuestionar hasta llegar a transformar y romper las relaciones de poder que nos violentan y nos someten.

Los feminismos, a los que yo siempre nombro en plural, nos dan poder. Ese poder está amparado y construido desde la determinación que llevamos en la diversidad de nuestras luchas. Como siempre digo, los feminismos son diversos e imperfectos como las personas que los conformamos, y es ahí justamente donde radica nuestro poder y fortaleza.

Las feministas conocemos y sabemos cómo funcionan las violencias, las conocemos desde dentro porque las vivimos todos los días, todo el tiempo y en todas partes. Es ese conocimiento profundo lo que nos ha permitido históricamente garantizar la construcción del poder colectivo que nos ha llevado siempre a luchar por nuestros derechos humanos.

Y es que aquí estamos y aquí seguimos las feministas ecuatorianas defendiendo el derecho humano a decidir de las niñas, mujeres y personas con capacidad de gestar que han sido víctimas y que han sobrevivido a una violación sexual. Aquí estamos y aquí seguimos en esta lucha para que el Estado ecuatoriano garantice servicios integrales a su derecho a decidir, asegurando servicios de aborto legal, seguro y gratuito.

Las feministas aquí estamos y aquí seguimos disputando el poder de decidir. Poder que ha sido arrebatado históricamente en todos los ámbitos de nuestras vidas por quienes desde sus dogmas de fe han controlado, sometido y violentado permanente y sistemáticamente nuestras vidas y nuestros cuerpos. Ignoran que las feministas construimos colectivamente nuestra fortaleza desde la fragilidad a la que pretenden imponernos y someternos. Lo estamos demostrando y el Ecuador entero lo sabe.

Las feministas y los grupos de mujeres aquí estamos y aquí seguimos vigilantes al proceso legislativo que la Asamblea Nacional del Ecuador tiene por delante para asegurar que podamos contar con una #LeyJustaYReparadora.

La Asamblea Nacional es el lugar donde la democracia de nuestra nación se constituye. Las y los Asambleítas deben cumplir con nuestra Constitución y legislar para un Estado LAICO. Sin embargo, cuando tiene que legislar a favor de la vida de las víctimas de violación sexual, pareciera que se transforma -citando a una amiga muy querida que ahí estuvo y desde ahí luchó- en: “una caja de resonancia de feligreses que replican discursos retrógrados”.

Y es que varias personas, desde su curul de asambleístas, se han transformado en fieles feligreses de dogmas de fe arcaicas y de un machismo arraigado con los que pretenden legislar. Queda claro que se les ha olvidado que desde ese curul deben legislar para y por la vida de las víctimas y sobrevivientes de un crimen atroz como es la violación sexual y no para complacer ciertos fanatismos religiosos.

Fuente: France 24

Estas personas saben que las feministas aquí estamos y aquí seguimos atentas y alerta de sus posturas que se transformarán en votos a favor o en contra de la realidad que vive el Ecuador. Las y los asambleístas saben que nosotras sabemos que su temor mayor es que logremos arrebatar de su feligresía nuestro derecho humano a decidir.

Nosotras las feministas, sabemos que su temor hacia nosotras se ha transformado en esa agresión y violencia que desde sus curules y más allá, nos avientan todos los días.

Nos temen, porque saben que las feministas somos capaces de romper con su poder hasta llegar a transformar sus paradigmas que ellas y ellos creen tener y representar.

Nos temen, porque saben que la verdad de la realidad del país nos acompaña y porque la razón es nuestra arma.

Nos temen, porque saben que tenemos el poder en nuestros cuerpos y que nuestras vidas nos pertenecen. Es ese poder al que temen y al que buscarán arrebatárnoslo a toda costa.

Nuestra lucha no es una afrenta con odio o con violencia. Nuestra lucha es por la vida, por nuestras vidas, por las vidas de nuestras ancestras, de nuestras abuelas y madres que no pudieron decidir. Nuestra lucha es por nuestros cuerpos y por nuestras vidas, es por los cuerpos y las vidas de nuestras amigas, sobrinas, primas y hermanas. Nuestra lucha es por y para nuestras hijas y para las hijas de nuestras hijas.

Las feministas aquí estamos y aquí seguimos informando, escribiendo, analizando y reflexionando, porque sabemos que con el poder de la información se produce conocimiento y que con el conocimiento se erradican los estigmas que impiden que nuestros derechos humanos sean asegurados, garantizados y ejercidos a plenitud.

La Asamblea Nacional del Ecuador no puede admitir que regresemos al tiempo de las cruzadas permitiendo la barbarie de torturar y esclavizar a niñas, mujeres y personas con capacidad de gestar que han sido violadas, obligándolas a gestar una concepción producto de una violación.

La Asamblea Nacional no puede aprobar una ley que busque impedir que las víctimas de violencia sexual ejerzan su derecho humano a decidir. Menos aún, que las sobrevivientes de violaciones sean perseguidas y criminalizadas por ejercer su derecho.

La Asamblea Nacional del Ecuador no puede legislar a través de imposiciones de dogmas de fe y sobre la base de religiones. ¡No! La Asamblea debe legislar para un Estado que se dice ser laico.

La Asamblea Nacional tiene el poder de asegurar que la vida y cuerpos de nosotras sean protegidos y reparados.

La Asamblea Nacional debe legislar para que ser niña, mujer o persona con capacidad de gestar en el Ecuador, no sea una condena de muerte en vida.

La Asamblea Nacional debe legislar para proteger y garantizar que nuestras vidas estén libres de todo tipo de violencias. Debe legislar para proteger y garantizar que el Estado nos repare cuando el mismo Estado nos falla permitiendo que existan víctimas de violaciones sexuales. Las feministas hemos estado, estamos y seguiremos exigiendo siempre esto y más, de la Asamblea Nacional.

Sépanlo: el paso está dado, el camino marcado y las feministas aquí estamos y aquí seguimos dispuestas a seguir luchando para NO retroceder ¡Porque la clandestinidad es muerte y la legalidad es vida!

Podrán seguir atacándonos, tratándonos con toda su vehemencia provocando arremetidas violentas y llenas de amenazas en contra de nosotras. Podrán acosarnos, podrán amenazarnos, podrán intimidarnos, pero jamás lograrán amilanarnos, silenciarnos, callarnos y lograr que cedamos. No, ¡Nunca más!

Aquí estamos y aquí seguimos las feministas hasta que tengamos EL PODER de poder decidir sobre nuestros cuerpos y vidas.

Aquí estamos y aquí seguimos y seguiremos las feministas resistiendo, persistiendo, insistiendo, porque EL PODER de poder decidir es y será siempre nuestro.

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Feminista con más 20 años de experiencia trabajando por la justicia social y los Derechos Humanos de niñas, mujeres y personas LBGTIQ+ en Ecuador y en América Latina y el Caribe. Psicóloga por la Universidad de Los Andes, Bogotá, Colombia y Máster en Ciencias Sociales con especialidad en Sexualidad, Género y Cultura por la Universidad de Ámsterdam, Países Bajos. Hace parte del Colectivo Destino Feminista que produce el programa semanal en línea Ruta Feminista.

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