Johanna Moreira no está en Escocia, está en Ecuador

Johanna Moreira no está en Escocia, está en Ecuador

Valeska Chiriboga 

“Repitan conmigo, no existe nada gratis”, “Dejen la demagogia y la novelería, quieren que les auspicien toallas sanitarias gratis”, “Compren sus propias toallas sanitarias y no jodan”

Estas, y más, fueron las reacciones de la población frente al proyecto de ley para la Salud e Higiene Menstrual que presentó la asambleísta Johanna Moreira (Izquierda Democrática) hace una semana.

Johanna presentó un proyecto de ley que intenta cambiar una realidad latente pero invisibilizada en Ecuador, como casi todas las realidades que —lamentablemente— involucran directamente a las niñas y mujeres.

Menstruar es un proceso natural y biológico que afecta a casi todas las mujeres y a los cuerpos menstruantes. Esto no está en discusión, no es una premisa sujeta a las opiniones ideológicas o políticas. Menstruamos y esto no tiene nada que ver con ideologías, aunque parezca absurdo tener que aclararlo. Algunas tenemos suerte y atravesamos cada periodo con acceso a insumos para hacer de esos días algo pasajero, a veces molesto, para otras casi imperceptible. A unas les afecta mucho y a veces faltan al trabajo, para otras es como cualquier otro día, se ponen una toalla, tampón o una copa, y continúan con su día.

Evidentemente esta realidad no es la misma para todxs, particularmente en Ecuador, donde el 55.5% de las mujeres se encuentran en edad reproductiva o fértil[1]. De ese porcentaje, la mitad se encuentra en situación de pobreza y una de cada cuatro ha vivido violencia sexual[2].

Para marzo de 2021, 32 de cada 100 ecuatorianos se encontraba en situación de pobreza, esto quiere decir que el 32% de la población ecuatoriana vive con aproximadamente $2,80 diarios[3]. En Ecuador, las mujeres gastan en promedio 42 dólares al año solamente en toallas sanitarias[4]. Un paquete con 10 toallas sanitarias de la marca más barata, en una farmacia de barrio, está costando entre $1,50 y $2. Es decir que, para esos 32 de cada 100, comprar mensualmente un paquete no es posible. No lo es porque significa dejar de comer. Significa comprar más de un paquete si es que hay más de una niña o mujer conviviendo en el mismo hogar. No cabe el argumento de que deben ahorrar, porque para bien o para mal, se necesita comer hoy.

Hablar de pobreza menstrual es mencionar las condiciones que recrudecen la vida de las niñas y mujeres por atravesar un proceso biológico: es hablar de cómo unas tenemos acceso a condiciones dignas, y otras deben elegir entre comer o comprar una toalla. Hablar de pobreza menstrual en Ecuador termina convirtiéndose, a largo plazo, en desigualdad de género y en retroceso económico para el país.

Muchos de los argumentos reaccionarios frente a la presentación del proyecto de ley, fue que existen temas mucho más urgentes que darles toallas sanitarias gratis a las mujeres.

“Tenía que ser de izquierda, todo quieren gratis, trabaje asambleísta trabaje y busque otras obras que son más importantes no venga con ideas absurdas”, “Habiendo tantos asuntos de suma importancia y de trascendencia para el país, para nuestros flamantes asambleístas lo más importante es la higiene menstrual».

La menstruación está íntimamente relacionada con la dignidad de las niñas y mujeres, por esto se habla de menstruación digna. En muchos hogares donde la pobreza es multidimensional, el acceso a otros servicios básicos y derechos esenciales como higiene, sanidad y baños seguros, se ven privados o, en su mayoría, en escasez. Todo el conjunto de factores como no contar con los recursos suficientes para acceder a insumos, las condiciones de vivienda, educación, y pobreza, generan una serie de vulneraciones a los derechos más básicos de las niñas y mujeres, particularmente en el derecho a la salud, poniéndolas en situaciones donde su menstruación es lo más indigno que pueden atravesar.

Que no deberíamos estar preocupados por este tipo de temas cuando existen múltiples crisis en Ecuador, que deberíamos estar exigiendo menos despilfarro de plata en el gobierno y que, luego, cuando la economía ya esté estable, ahí podríamos hablar de derechos de las mujeres. Este discurso puede llegar a ser peligroso porque vende la idea de que tiene una gran preocupación por el país, apelando a la economía y pobreza, pero al mismo tiempo, jamás será lo suficientemente preocupado para ver a la mitad de la población.

La falta de discusión de manera científica y segura alrededor de la menstruación tiene algunos efectos negativos. El tabú y el estigma alrededor del periodo menstrual, y su percepción negativa y vergonzosa, generan restricciones en el acceso a información en salud sexual y reproductiva. Más grave aún es la exclusión de la vida pública y la ausencia de oportunidades en la vida de las niñas y mujeres. En África, por ejemplo, empezar a menstruar puede llegar a ser una de las peores etapas: para algunas niñas en su pubertad, significa que ya deben casarse. Niñas de 10 y 13 años víctimas del matrimonio infantil debido al tabú de la menstruación. En Ecuador, las barreras generadas por la falta de acceso a una higiene menstrual adecuada, desencadena en restricciones muchas veces autoimpuestas: no participar de actividades deportivas, escolares, sociales, etc[5]. Esto significa una menor inclusión de las niñas y mujeres en espacios públicos, y una menor participación en la esfera pública. A largo plazo, esto se traduce en deserción y abandono escolar, menores oportunidades para acceder a un empleo formal, menores ingresos y, por ende, efectos negativos en la economía del país.

Resulta fácil hablar desde el desconocimiento y la falta de información, pero pareciera que más fácil aún es hablar desde la falta de empatía y la misoginia. Comparar la eyaculación con la menstruación es absurdo y discriminatorio.

“Johanna no está en Escocia; está en Ecuador, en donde un político populista promete lo que se le antoje”, “La propuesta de Johanna Moreira, quien no debe saber ni cuál es el presupuesto de su ocurrencia”, “la sociedad tiene tantos derechos como propongan los ocurridos políticos populistas”

No suficiente con tener que explicar aquello que resulta obvio para nosotras en relación a nuestro periodo y el derecho a una menstruación digna, la violencia política de género contra Johanna no debía faltar. Que es una vaga y que no tiene nada más que hacer que esperar toallas gratis de papá estado. Johanna no está en Escocia, ya quisiéramos vivir allá donde los insumos para la higiene menstrual son gratuitos. Qué suerte tienen en Escocia donde no tienen que encontrarse con estos discursos basados en la misoginia y el odio sin sentido contra cualquier idea o política que dignifique la vida de las niñas y mujeres. Para sorpresa de algunos, vivimos en un Estado de derechos donde es justamente el Estado quien debe cumplir con todas las garantías mínimas para una vida digna. Muchos reaccionarios en contra del proyecto de ley, apelan a una falta de prioridades de Johanna, que no sabe que hay cosas más importantes. Estos mismos son quienes quieren un desarrollo económico para mañana mismo, son los que quieren vivir en Escocia, pero con políticas sociales que se mantengan, si es posible, en la edad media y con las mujeres como ciudadanas de segunda categoría.

Felicito a Johanna por esta iniciativa, por poner la cara y el cuerpo para hablar de pobreza y justicia menstrual.

Ya era urgente una ley que intentara cambiar una de las tantas realidades que afectan a las niñas, mujeres, y personas menstruantes. La pobreza en Ecuador tiene cara de mujer, y frente a eso, lo único que espero es que el legislativo esté a la altura de este debate necesario, y que, todas, en algún futuro no lejano, tengamos menstruaciones dignas.

Referencia:

[1] Plan Nacional de Salud Sexual y Reproductiva 2017 – 2021.

[2] Fundación Desafío. Por qué despenalizar aborto por violación en el Ecuador.

[3] Diario El Comercio. (2021). 32 de cada 100 ecuatorianos vive con menos de USD 2,80 diarios.

[4] Friedrich-Ebert-Stiftung. Impuestos sexistas en América Latina.

[5] Fondo de Población de las Naciones Unidas. (2021). La menstruación y derechos humanos.

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Guayaquileña, feminista, activista por los DDHH, estudiante de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, integrante del colectivo Aborto Libre Guayaquil.

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