Paulo Bracarense
Han pasado cincuenta años desde la muerte del líder socialista chileno Salvador Allende. El desafortunado golpe cívico-militar chileno del 11 de septiembre de 1973 interrumpió a la fuerza una experiencia en la construcción de una sociedad transformadora para entregar el poder a un grupo que pretendía restaurar un entorno de privilegios liderado por una figura que honra su lugar en la basura de la historia, el general Augusto Pinochet, entonces comandante del Ejército.
En un período caliente de la Guerra Fría, América Latina se somete a horrores humanos bajo la falsa justificación de la «amenaza comunista» para someter a las poblaciones de sus países a los designios de grupos de privilegiados apoyados y dirigidos por el «Imperio» en su saga neoliberal.
En la precisa y acertada observación del poeta en los versos de «Las satrapías», dice Pablo Neruda:
«Nixon, Frei y Pinochet – hasta hoy, hasta este amargo – mes de septiembre – del año 1973, – con Bordaberry, Garrastazú y Banzer, hienas voraces de nuestra historia (…), sátrapas mil veces vendidos y vendedores, (…), máquinas hambrientas de dolores manchadas en el sacrificio de sus pueblos martirizados…».
Neruda se refiere a los dictadores Augusto Pinochet, Juan María Bordaberry Arocena de Uruguay, Emilio Garrastazú Médici de Brasil y Hugo Banzer Suárez de Bolivia. El poeta fue preciso pero económico. Había muchas dictaduras para caber en un solo poema. Faltaron al menos Jorge Rafael Videla de Argentina, Alfredo Stroessner de Paraguay, Anastasio Somoza García de Nicaragua, sin mencionar las dictaduras de Guatemala, Honduras y cualquier otro lugar donde hubiera personas sometidas a un triste y memorable capítulo de la historia latinoamericana.
Construcción política de Allende
Guillermo Allende Gossens comenzó su actividad política siendo muy joven. Ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile a los 18 años y se graduó como médico cirujano a los 24. Su tesis se tituló «Higiene mental y delincuencia», anticipando el compromiso del joven médico con las cuestiones sociales. Durante su época universitaria, fue presidente del Centro de Estudiantes de Medicina y de la Federación de Estudiantes de Chile.
En 1933, a los 25 años, participó en la fundación del Partido Socialista de Chile, al que permaneció afiliado durante toda su vida.
Allende participó en la vida política chilena desde temprana edad. Fue elegido diputado a los 29 años y renunció dos años después para convertirse, aún muy joven, en Ministro de Salubridad, Previsión y Asistencia Social durante el gobierno de Pedro Aguirre Cerda, profesor, abogado y político del Partido Radical, partido que más tarde se unió a la Unidad Popular y formó parte del gobierno presido por Allende.
Hasta su elección como presidente en 1970, Allende fue elegido repetidamente al Senado a partir de 1945, a los 37 años, y ejerció el cargo de presidente del Senado poco antes de su elección como presidente de la República por la alianza denominada Unidad Popular, compuesta por socialistas, comunistas, radicales, socialdemócratas y con el apoyo del Partido Comunista, que renunció a su candidato, el escritor Pablo Neruda.
Ascenso de la Unidad Popular
Allende asumió la presidencia de Chile en 1970, prometiendo una revolución pacífica y reformas para combatir la desigualdad. Su política de nacionalización de industrias y reforma agraria buscaba redistribuir la riqueza, pero encontró una fuerte oposición, incluidas presiones externas de Estados Unidos debido también a la Guerra Fría.
Por primera vez, un político socialista llegaba al poder de manera democrática en América Latina.
En ese momento, el 45% del capital del país estaba en manos de inversores extranjeros, los estadounidenses dominaban la explotación de las minas de cobre, el 80% de las tierras eran propiedad de grandes terratenientes y la deuda del país ascendía a 40 millones de dólares, una de las más altas del mundo.
En este contexto, nació la Unidad Popular en 1969, cuando el Partido Socialista y el Partido Comunista se acercaron a otros partidos de izquierda, con la firme idea de crear un frente amplio que lograra elaborar un programa político común para competir en las elecciones presidenciales.
El programa defendía, entre otras directrices, la construcción del poder popular, el fortalecimiento de la democracia, la garantía de las conquistas de los trabajadores y una política de desarrollo económico planificado.
Los formuladores del programa de la Unidad Popular creían que se podían lograr transformaciones sociales sin derramamiento de sangre, enfatizando la importancia de una revolución pacífica para promover la democracia y la igualdad.
El gobierno de Allende
Allende asumió la presidencia de Chile en 1970 y adoptó un enfoque gradual para implementar reformas sociales y económicas. La «Vía Chilena hacia el Socialismo» buscaba la construcción de una sociedad más justa dentro de estructuras democráticas, enfatizando la importancia y la necesidad de la participación popular.
Las políticas públicas durante el período de 1970 a 1973 experimentaron cambios significativos y reformas en áreas como salud, educación, vivienda y transporte, por nombrar solo algunos sectores críticos, con un enfoque en la promoción de la igualdad social y el bienestar del pueblo chileno.
Una de las reformas más importantes en el ámbito de la salud fue la nacionalización del sistema de salud chileno, transfiriendo el control del sistema de manos de empresas privadas al Estado. Se expandió la cobertura, incluyendo la construcción de nuevos hospitales y clínicas en áreas necesitadas, y se centró en la prevención de enfermedades y la promoción de la salud, incluyendo programas de vacunación y educación sobre salud.
El gobierno también nacionalizó el sistema educativo chileno, transfiriendo el control de la educación al Estado y retirándolo del sector privado. Esto permitió la universalización y gratuidad de la educación, haciendo que el acceso a la educación fuera más igualitario.
También se crearon programas para expandir la educación técnica y profesional, preparando a los jóvenes para el mercado laboral.
Se lanzaron programas para proporcionar viviendas populares a precios asequibles. El gobierno promovió la construcción de viviendas populares y la regularización de asentamientos informales. Los alquileres se congelaron y se limitó el aumento de los precios de alquiler, lo que hizo que la vivienda fuera más accesible para la población de bajos ingresos.
Además, el gobierno de Allende nacionalizó las empresas de transporte, incluyendo ferrocarriles y transporte público, lo que hizo que los servicios fueran más accesibles al congelar tarifas y mejorar la calidad de los servicios. Se realizaron inversiones importantes en infraestructura de transporte, incluyendo carreteras y autopistas.
Estas políticas y reformas se llevaron a cabo en un contexto de gran polarización económica y política en Chile, con una fuerte oposición de sectores empresariales. Sin embargo, algunos de los avances logrados en ese momento resistieron incluso durante el período de la dictadura y tuvieron un impacto duradero en el país.
Apoyo popular y vigor cultural
Un punto central del programa de la Unidad Popular para la democratización del país fue la propuesta de establecer la Asamblea del Pueblo, una nueva estructura estatal a nivel nacional, regional y local, con el claro objetivo de promover la democracia directa. Desempeñaron un papel importante en la promoción de reformas progresistas y en la defensa del gobierno socialista.
También fue fundamental para el ejercicio del poder la movilización de los trabajadores a través de sus sindicatos y de los Comités de Abastecimiento, que se formaron en respuesta a la oposición económica de los empresarios y tenían como objetivo coordinar la distribución de alimentos y bienes esenciales a la población, lo que fue muy importante para garantizar el acceso a productos básicos en medio de la presión económica.
El movimiento estudiantil y las organizaciones de base desempeñaron un papel activo en la movilización popular, promoviendo la conciencia política mediante la organización de manifestaciones y el apoyo a las reformas de Allende. Durante este período, surgieron diversas publicaciones de izquierda, radios comunitarias y medios de comunicación alternativos que promovían la perspectiva del gobierno y proporcionaban información crítica a la población.
Es importante destacar que, a pesar de los esfuerzos por organizar una nueva forma de sociedad, el gobierno enfrentó una fuerte oposición tanto interna como externa, incluidos boicots económicos y presiones políticas extranjeras y de empresarios locales. Hay que destacar que el período del gobierno de la Unidad Popular fue un período de efervescencia cultural y de expresión artística significativa en la historia del país. La política de Allende, que promovió un enfoque de socialismo democrático e igualdad social, también tuvo un profundo impacto en la cultura popular chilena.
Fue en este período que se fortaleció la Nueva Canción Chilena, con destacados compositores como Violeta Parra y Víctor Jara, así como el grupo musical Inti-Illimani, que utilizaba la música para expresar temas de justicia social, igualdad y críticas a la desigualdad económica y social. Sus canciones se convirtieron en himnos de la lucha por los derechos de los trabajadores y la justicia.
Las expresiones culturales en el arte callejero, murales, cine, teatro y literatura florecieron en ese período y eran visibles en todo el país como formas de comunicación política y cultural. Los jóvenes chilenos estaban particularmente involucrados en la expresión de la cultura popular. El movimiento estudiantil, grupos de artistas jóvenes y organizaciones juveniles desempeñaron un papel activo en la producción de cultura y política progresista.
Programas de radio y medios impresos dedicados a la cultura y la política social ganaron popularidad y desempeñaron un papel importante en la difusión de ideas progresistas y en la promoción de la cultura popular. La cultura popular se convirtió en una poderosa herramienta para expresar el deseo de justicia social e igualdad, así como para resistir las presiones políticas y económicas de la época. Este legado cultural sigue siendo recordado y valorado en Chile y más allá, como un testimonio del poder del arte y la cultura en tiempos de cambio político.
Crisis económica y política
En el primer año de su gobierno, Allende comenzó a implementar reformas y pronto el país experimentó un crecimiento económico, pero en 1972 la situación empeoró, el capital extranjero desapareció, la producción agrícola cayó y el crecimiento se detuvo. La crisis se profundizó y los conflictos aislados amenazaban con llevar a una guerra civil. En julio de 1973, tuvo lugar el primer intento fallido de golpe de Estado.
Entre las causas de la crisis se encontraba el boicot empresarial. Los empresarios chilenos, muchos de los cuales eran opositores al régimen, iniciaron un boicot económico activo. Esto implicó una disminución de la producción y el almacenamiento de mercancías.
Las empresas privadas comenzaron a restringir la producción y distribución de productos básicos, incluyendo alimentos, medicamentos y bienes de consumo. Esto llevó a una escasez de artículos esenciales en el mercado, afectando la calidad de vida de la población.
A esto se sumó la retirada de capitales del país por parte de empresarios y élites financieras, con la transferencia de capitales al extranjero, lo que contribuyó a la crisis económica y a la disminución de las reservas internacionales de Chile. También los bancos e instituciones financieras redujeron la oferta de crédito al gobierno y a las empresas estatales, dificultando la capacidad del gobierno para financiar sus políticas y proyectos. En 1972, hubo una huelga de camioneros que paralizó el transporte de mercancías en todo el país.
El gobierno de Allende también enfrentó presiones internacionales de países e instituciones financieras que estaban preocupados por la creciente polarización política y la expropiación de empresas extranjeras. Estados Unidos desempeñó un papel significativo en el bloqueo económico a Chile. Esto incluyó la suspensión de ayuda financiera y la presión sobre instituciones financieras internacionales para reducir el apoyo a Chile.
Agencias de inteligencia extranjeras estuvieron involucradas en operaciones secretas para socavar el gobierno de Allende, incluyendo el financiamiento de grupos de oposición y la promoción de la desestabilización política.
Estas condiciones sentaron las bases para el golpe del 11 de septiembre de 1973. Los militares tomaron el poder por la fuerza. El Palacio de La Moneda fue atacado y bombardeado durante tres horas ininterrumpidas. En su interior se encontraba Allende, quien murió defendiendo su país y su pueblo. Lo que resultó de esto fue la barbarie que prevaleció en Chile durante casi dos décadas. Pinochet se apoderó de la presidencia del país e instauró una dictadura militar que dejó más de 40 mil víctimas, entre muertos, desaparecidos y torturados.
El legado histórico
Salvador Allende, el primer presidente socialista elegido democráticamente en América Latina, dejó un legado duradero que sigue moldeando la política chilena e influenciando a movimientos progresistas en todo el mundo. Aunque su presidencia estuvo marcada por desafíos y tragedias, su visión de justicia social y democracia sigue siendo relevante.
Su muerte se convirtió en una advertencia sobre las amenazas a la democracia y los derechos humanos.
El retorno a la democracia en Chile en 1990 fue, en parte, un homenaje al compromiso del país con la democracia. Allende es la prueba viva de la posibilidad de construir el socialismo a través de medios democráticos.
Un socialismo también democrático que tiene como pilar fundamental la participación del pueblo en la construcción de una sociedad nueva, más justa y que permita una vida más digna y feliz para la sociedad y el pueblo.
Su legado trasciende las fronteras de Chile. Inspira a líderes y movimientos progresistas en todo el mundo has el día de hoy. Su búsqueda de justicia social, igualdad y respeto a la dignidad humana resuena con los movimientos contemporáneos que buscan poner fin a las desigualdades, promover la inclusión y la justicia social en un entorno de democracia política y solidaridad.
Su lema «La historia es nuestra y la hacen los pueblos» sigue siendo una declaración poderosa de empoderamiento popular.
Si bien su gobierno enfrentó desafíos y su vida terminó trágicamente, el legado de Salvador Allende perdura como un recordatorio de la lucha por la justicia social y la importancia de defender la democracia y los derechos humanos en tiempos de adversidad. Su nombre y su legado siguen siendo fuente de inspiración y reflexión en Chile y en todo el mundo.
¡Salvador Allende vive!
Profesor universitario jubilado. Licenciatura en Estadística, Maestría en Políticas Públicas de la Escuela de Gobernanza Humboldt-Viadrina de Berlín. Doctorado en Inteligencia Aplicada con pasantía en la Universidad del Sur de Florida en Estados Unidos. Fue Secretario de Trabajo del Municipio de Curitiba, asesor del Ministro de Ciencia y Tecnología en el primer gobierno Lula (2003-2006). Actual Secretario de Relaciones Internacionales del PSB y Secretario General de la Coordinación Socialista Latinoamericana.