La Economía Circular: una propuesta más allá del discurso

La Economía Circular: una propuesta más allá del discurso

Carolina Zurita

Extraemos aproximadamente 60 mil millones de toneladas de materia prima[1], eso corresponde al 50% más que hace 30 años, lo que nos ha llevado que sobrepasemos la capacidad del planeta de autoregeneración; es por esto que desde 1970 se estableció el “Día del Exceso de la Tierra” que, en ese año se identificó que fue en diciembre; en 2016 fue el 08 de agosto (Belda, 2018); para 2019 se ubicó el 20 de agosto; y, en 2020 el 22 de agosto, esto asociado al confinamiento que tuvimos en todo el planeta (Footprint Network, s. f.). Como podemos observar a nivel mundial vivimos pidiendo prestados recursos al planeta para mantener el estilo de vida planetario. No hay como dejar de ver que el referido estilo no es homogéneo para todos los continentes, países y mucho menos personas que habitamos este planeta. En el año 2015 se estableció que el 10% de la población mundial vivía con menos de 1,90 dólares americanos; al 2020, por motivo de la pandemia, esta cifra puede incrementarse en un 8% (Doss, s. f.)).

Cuando el modelo de producción y consumo que nos ha traído a este punto se basa en una Economía lineal, misma que considera: extraer, producir, consumir y desechar; se pasa por alto que los recursos son finitos, y que los ecosistemas tienen biocapacidades específicas para procesar los contaminantes. Terminamos finalmente en el escenario actual, donde existen impactos ambientales negativos de diferente escala: globales y locales, además genera inequidad económica y social.

La Economía Circular nace como respuesta al cuestionamiento al modelo lineal, donde la mayoría de los recursos usados en un producto terminan siendo desechados, mostrando su enorme ineficiencia con respecto a la producción natural del planeta, que utiliza el 100% de su materia orgánica para generar vida y no desecha nada ya que todo lo que termina su vida vuelve a ser parte de la materia que generará una nueva (Belda, 2018). Esto nos muestra lo poco efectivos que somos como humanidad.

La Economía Circular no proviene de una sola vertiente de pensamiento, Belda (2018) señala que podemos considerar a la economía del rendimiento, el diseño regenerativo, de la cuna a la cuna, Ecología Industrial, Biomimésis, economía azul y al capitalismo natural. Esto nos muestra claramente que la Economía Circular más que ser un concepto estático, es dinámico.

Cuando analizamos estas vertientes, los elementos que convergen son la necesidad del entender que los recursos son finitos, garantizar la regeneración de los ecosistemas, eliminar la toxicidad, promover la resiliencia y también podemos señalar que uno de los sentidos urgentes es eliminar el concepto de desechos o residuo y pasar al de materiales.

Esto solo sería posible si se piensa que los sistemas productivos, los productos y los modelos de consumo buscan garantizar que los materiales mantengan la mayor cantidad de tiempo en los ciclos económicos asociados al desarrollo; y que, finalmente, cuando termine su vida útil, regrese a los ecosistemas (Ellen Macarthur Foundation, s. f.).

Arroyo (2018) señala que la Economía Circular “(…) representa un cambio sistémico que construye resiliencia a largo plazo, genera oportunidades comerciales y económicas, y proporciona beneficios ambientales y sociales” (p.79).

Considerando todo lo señalado hasta este momento quedaría bastante claro que la Economía Circular como marco de transformación de paradigma es beneficioso para el ambiente y la sociedad; justamente esto es lo que lleva a que en estos últimos tiempos, considerando la necesidad de una rectivación económia luego del Covid, esté presente en el discurso de varios de actores del sector público, privado, sociedad civil y político, en varios países, incluido Ecuador.

Fuente: El Telégrafo

La Economía Circular no tiene una fórmula mágica que calce a todas las realidades de la misma forma. Es por eso que se deben tomar en cuenta que las dinámicas que se presentan en el marco de lo productivo y el consumo, se encuentran en un contexto territorial y cultural; por lo que diseñar soluciones estandarizadas no es el camino. En cambio, es necesario diagnosticar la realidad de nuestro país de cara a la Economía Circular y desarrollar estrategias de intervención con análisis técnico, para generar elementos sustantivos en las intervenciones en las empresas y en las ciudades. Es por esto que se debe trascender al discurso.

Arroyo (2018) indica que “La Economía Circular supone un cambio radical de los sistemas de producción y consumos actuales. Esto evitará la creación de residuos e impactos negativos derivados, mitigando las externalidades negativas para el medioambiente, el clima y la salud humana” (p.81 ), y presenta al esquema de mariposa que es de autoría de Morató, Tollin, y Jiménez (2017), donde se evidencia que existen ciclos biológicos y ciclos técnicos (materiales). Este esquema nos muestra que los ciclos que están más cerca del usuario son más efectivos y eficientes, y los más lejanos son menos. De esta forma, el más eficiente es el mantenimiento y reutilización; y, el menos eficiente, es el reciclaje.

Los factores instrumentales de la Economía Circular identificados por Cerdá y Khalilova (2016) consideran 5 modelos innovadores de negocios que permiten que la economía circular sea una realidad: 1) sistemas producto-servicio, dónde existe orientaciones hacia el producto, promoviendo temas como el mantenimiento, reparación o remanofacturación y orientaciones hacia el uso donde se identifica al uso compartido o el arriendo como ejemplos plausibles; 2) la segunda vida de productos, donde el principio donde se puede recuperar y re-acondicionar de manera eficiente luego del primer uso y así mantenerlo en el ciclo de materiales; 3) la transformación de los productos, esto considera que desde el diseño se considere la recuperación de componentes de un producto para que puedan ser usados para elaborar nuevos productos; 4) transformación en cascada, donde elementos que pueden ser transformados en el ciclo biológico generen elementos que puedan ser utilizados y luego asimilados por el propio ecosistema en su disposición final; y, 5) considera el consumo colaborativo donde la propiedad de los productos no es el fin, sino el servicio que da este en su uso, también considera espacios donde los usuarios o consumidores puedan interactuar a través de sistemas construidos desde la confianza y usando herramientas tecnológicas puedan conectar oferta y demanda de diferentes bienes y servicios, promoviendo su mayor uso.

Como podemos ver existen varios elementos que se deben considerar, evaluar y poner en marcha para lograr circularidad, es por esto que la Economía Circular debe abordarse más allá del discurso; caso contrario, corremos el riesgo de que por intereses específicos estas líneas discursivas se centren en un solo elemento o finalmente promuevan una economía lineal disfrazada de Economía Circular.

En Ecuador en varios webinars, eventos y entrevistas se evidencia una tendencia en la línea discursiva de los actores centrada en el reciclaje, por lo que es importante establecer que el reciclaje por sí solo no es garantía de circularidad; ya que las diferentes etapas del proceso de fabricación o de extracción de los materiales para proveer materias primas, pueden generar impactos aún más significativos que la propia disposición final (Dewick et al., 2020). Es en este sentido la evaluación de todas las fases del ciclo de vida de un producto y servicio es importante y necesaria para abordar poder identificar los impactos y daños ambientales asociados al mismo, es por esto que se podría aplicar metodologías de Análisis de Ciclo de Vida como herramienta de diagnóstico y toma de decisiones reales en la industria; sin embargo, también es necesario que los productos sean diseñados con enfoque de cuna a la cuna (cradle ti cradle), considerando la biocapacidad de los ecosistemas, para tener un impacto real en la transformación de la Economía y el modelo productivo.

Tomando en cuenta todo lo señalado anteriormente, podemos señalar que la Economía Circular es una propuesta resiliente, colaborativa basada en la confianza, regenerativa, que reconoce que en el planeta los recursos son finitos, que elimina la toxicidad asociada a procesos, productos y servicios. Así también, debe considerar la realidad de los territorios incluyendo su cultura, debe abordarse de forma holística, no fragmentada, tomando en consideración la dinámica en los procesos de producción y consumo de forma alineada a las lógicas de los ecosistemas para garantizar procesos de restauración.

Finalmente, con todo lo señalado, podemos asegurar que en Ecuador necesitamos una transición hacia la Economía Circular, superando lo discursivo y pasando a lo concreto, de tal forma que aterrice en acciones sustantivas por parte del sector industrial; así como una política pública que considere elementos técnicos que la estructuren, para que la nutran y se construya con proyección de futuro.

Bibliografía

[1] materia que una industria o fabricación necesita para transformarla en un producto (RAE, s.f)

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Ex Viceministra de Ambiente del Ecuador, Ingeniera Ambiental, Magister en Gestión Ambiental de la UISEK, y Master en Ciencias Sociales mención Desarrollo Local y Territorio en FLACSO. Docente universitaria, con más de 5 años de experiencia, ha dictado clases en la Escuela Polítecnica Nacional y la UISEK, tanto en pregrado como postgrado. Miembro de la Red de Líderes transformadores para un Desarrollo Resiliente y Bajo en Emisiones en Latinoamérica y El Caribe(LEDS-LAC) y la Red de Mújeres en Conservación de Latinoamérica.
Tiene 20 años de experiencia profesional en el sector público y privado, a Dirigido varios programas y proyectos en estos sectores. Fue asesora en la Asamblea Nacional, y actualmente es gerente técnica de Equilibrium Novus, empresa dedicada a la aceleración de la transición de la Economía Circular en Ecuador y América Latina.

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