María Fernanda
“TE EXTRAÑO TANTO MAMÁ. Han pasado 60 días y no encuentran al asesino que te alejó de mí”, escribió Isaack en su cuenta de Twitter el pasado 9 de noviembre; un niño de 13 años de edad que perdió a su madre, María Belén Bernal, a manos de un oficial de policía, Germán Cáceres, dentro de una escuela de formación policial, en la ciudad de Quito, mientras otras 30 personas, entre cadetes y agentes policiales escuchaban sus gritos de auxilio, sin hacer absolutamente nada.
La indignación por este caso rebasa cualquier imaginario social y el resultado es un niño huérfano de madre, la impunidad de Cáceres, el hostigamiento hacia Elizabeth Otavalo, madre de María Belén, por parte de un troll center que “coincidencialmente” se dedica a atacar a las y los opositores del gobierno; y, el cinismo de las autoridades de la policía nacional (las minúsculas son a propósito) quienes se han mostrado más indignados por su “desprestigio” que por la clase de oficiales de policía y cadetes que están formando y han formado por años, capaces de reprimir a los pueblos en lucha, asesinar a sus parejas, ser fácilmente corrompidos por dinero y poder, estigmatizar a las y los defensores de derechos humanos, desconocer qué es el uso progresivo de la fuerza convenientemente y coadyuvar al crimen organizado. Las denuncias públicas de estas situaciones llegan día a día y la impavidez estatal es abrumadora.
Pero volvamos, ¿dónde está Germán Cáceres? Elizabeth Otavalo hasta hace poco denunciaba la inacción del Estado en la búsqueda de Cáceres, quien habría salido de Panamá con rumbo desconocido. Los días pasan, la esperanza de encontrarlo se esfuma y con ello varias interrogantes quedan flotando, ¿quiénes encubrieron a Cáceres en la desaparición y en el femicidio de María Belén?, ¿quiénes facilitaron su escape?, ¿cómo tiene Cáceres los recursos económicos y logísticos para permanecer prófugo en el extranjero?; y, ¿cuál es la responsabilidad del Estado en este caso?
Sobre esta última pregunta quisiera detenerme para aclarar varios puntos. Sí, existe responsabilidad del Estado en este caso y, en mi criterio, la responsabilidad es directa pues un agente estatal que tiene por mandato específico la protección de la vida de otras y otros, asesinó a quien era su pareja, dentro de un recinto policial, con la inacción de otros agentes estatales.
La postura acerca de que Cáceres no actuó en cumplimiento de sus funciones y que, por tanto, el Estado no tiene responsabilidad, en mi opinión, es errada pues la historia evidencia que en muchos de los casos en los que las y los agentes del Estado, como policiales o militares, cometen violaciones de derechos humanos no lo hacen en cumplimiento de sus funciones, sino fuera del marco legal; por ejemplo, cuando un policía detiene ilegalmente a una persona o la tortura o la desaparece o la ejecuta extrajudicialmente no está cometiendo actos de función y son esos actos los que demuestran violaciones de derechos humanos y por tanto, acarrean responsabilidad estatal.
En este caso, además, se suma un elemento importantísimo y es la comisión de un delito de femicidio, en un contexto de violencia contra las mujeres que es generalizado, por tanto, la gravedad aumenta y por ende, la necesidad de que el Estado actúe, no solo desde la protección para la investigación diligente, las sanciones correspondientes a todos los involucrados y la reparación integral a las y los familiares de María Belén, sino también desde la prevención, tanto en la policía nacional como en la generalidad, con políticas públicas que permitan que la violencia contra las mujeres en el país sea erradicada.
Soy partidiaria de llamar a las cosas por su nombre, en el caso de María Belén Bernal existió una desaparición, seguida de un femicidio, que vulneró sus derechos humanos y los de su familia y que genera responsabilidad estatal directa. El Estado debe hacerse cargo, el Estado debe responder, Cáceres y todos quienes facilitaron su delito y su huida deben responder y eso no se hará derrumbando edificios o señalando que se trata de un error aislado por parte de voces oficiales.
Cáceres asesinó y huyó con los recursos que le brindó el ser un oficial policial del Estado, cuando su misión fundamental era proteger la vida e integridad de las personas, con ayuda de otros agentes estatales que, como lo han denunciado familiares de María Belén, no pudieron ni siquiera preservar la evidencia del cometimiento de un delito y, que, tampoco lograron custodiar a un sospechoso -en ese momento- de una desaparición, siendo estas también parte de sus funciones.
El 2022 es el año más sangriento para las mujeres por el elevado número de femicidios en Ecuador y a este se suma uno más, el de María Belén Bernal, en medio de la impunidad y la falta de un trato digno hacia sus familiares por parte de agentes estatales como el propio Secretario Nacional de Seguridad Pública y del Estado, Diego Ordóñez, quien incluso tildó a las feministas que exigían justicia para María Belén como desestabilizadoras y ha apuntalado todos sus dardos en contra de quienes luchan por un país menos violento y no contra quienes generan la violencia.
Por María Belén Bernal, Isaack, Elizabeth y toda su familia, en el 25 de noviembre, día en que conmemoramos la lucha en contra de la violencia hacia las mujeres, que resuene el grito: ¿Dónde está Germán Cáceres?
¡Hasta que la dignidad se haga costumbre!
Abogada, máster en políticas públicas y género, especialista en derechos humanos y violencia de género, con experiencia en litigio estratégico en organismos internacionales de derechos humanos, docencia universitaria y gestión pública. Socia fundadora de la organización de capacitaciones Quick Learn y autora de varias publicaciones.