Rompiendo los moldes de la academia para hacer crecer las ciencias

Rompiendo los moldes de la academia para hacer crecer las ciencias

Patricia Castillo-Briceño

Ejercer como científica en el entorno que llamamos academia, resulta como ser una esfera elástica en un mundo cuadrado y plano, incluso ahora que nos acercamos a completar el primer cuarto del siglo 21. Porque aunque las ciencias no tienen género, la academia es un esquema que fue construido en su inicio por hombres y para hombres, típicamente blancos y ricos de países europeos. Y sin embargo, aquí estamos, mujeres científicas, del Sur Global, descendientes de la clase trabajadora, y listas para quedarnos. Conscientes de que los moldes de la academia son limitados; mientras que las ciencias requieren de la diversidad y sus interseccionalidades  para avanzar, y nuestros países necesitan de ciencias y tecnología para su desarrollo sostenible (sobre inclusión e interseccionalidad en educación revisar (UNESCO 2019a)). Para ello las condiciones y valoración del trabajo científico deben mejorar, por ejemplo en Ecuador es urgente la potenciación del mercado laboral y opciones de emprendimiento hacia investigación e innovación, y una planificación a mediano y largo plazo para reducir la dependencia de conocimiento y tecnología externas. Condiciones que en conjunto permitirían evitar el drenaje de cerebros cansados  de seguir contracorriente.

La motivación para iniciar una carrera en ciencias es diversa como la especie humana misma, y las rutas son sin duda únicas para cada persona. Hay quienes empiezan en una sucesión casi continua de niveles de formación, desde el pre-escolar y los diferentes niveles hasta el doctorado – PhD, y también quienes optan por la carrera científica como un cambio después de haber ejercido su profesión en sectores productivos o como profesionistas; y asimismo, personas que  retoman después pausas de varios años.

En cualquier caso, el sostener una carrera en ciencias es complejo y demandante, especialmente en países en desarrollo donde la baja inversión en ciencia y tecnología se refleja en una infraestructura e institucionalidad que es insuficiente para el desarrollo y avance de la investigación científica y de la tecnología, como es el caso de Ecuador.

La Asamblea General de Naciones Unidas declaró el año 2022 como el Año Internacional de las Ciencias Básicas para el Desarrollo Sostenible (ISC 2021), reconociendo que “una mayor educación en las ciencias básicas es vital para lograr el desarrollo sostenible“, y que «las ciencias básicas y las tecnologías emergentes responden a las necesidades de la humanidad proporcionando acceso a la información y aumentando la salud y el bienestar de las personas, las comunidades y las sociedades», por ello llama a los países miembros a que se sumen activamente en el apoyo a las ciencias básicas, la inauguración el 30 de junio y las actividades se extenderán hasta el 20 de junio 2023.

¿Es este llamado suficiente en el caso de Ecuador? Depende, aunque el desarrollo del país en STEAM (siglas en inglés para Ciencias, Tecnologías, Ingenierías, Artes y Matemáticas) requiere involucrar a la población, sectores productivos y otras partes interesadas, el papel del gobierno es crucial. Entre los indicadores relevantes está la inversión en investigación, considerando que en Ecuador bajó del 0.44% en 2014 a 0.23% en 2016, respecto al PIB (Banco Mundial 2014; Olaya 2017), debajo del valor regional para América Latina que está en 0.66%, y en un mundo donde países como Korea del Sur, Alemania y Suecia invierten más del 2.8% de su PIB (UNESCO 2021). Asimismo, el sector de Educación Superior se ha visto afectado por fuertes recortes de presupuesto desde antes de la pandemia, este es un punto crítico y una debilidad como país, ya que es en las universidades donde se hace la mayor parte de investigaciones en Ecuador; por lo tanto, aquí se necesita una pronta acción de aumento de presupuesto para Educación Superior con énfasis en su uso para investigación básica y aplicada desde este mismo 2022 y una planificación de fortalecimiento que incluya acciones estratégicas de translación de conocimiento y tecnologías para su subsecuente aplicación local y nacional. Parte de las acciones urgentes es modernizar las estructuras de la academia hacia condiciones diseñadas para el desarrollo de carreras STEAM sostenibles, esto implica la mejora descentralizada de la infraestructura y equipamiento donde las mujeres y hombres con formación científica, que ya están en el país, puedan poner en uso sus competencias y habilidades; y a la par modernizar la estructura organizacional para conformar grupos de investigación con configuraciones complementarias por áreas de conocimiento y con diferentes niveles de formación, lo cual incrementa la capacidad de análisis y perspectiva en el ejercicio de investigación y provee condiciones internas para mentoría. Destacando, que esta modernización requiere de un marco regulatorio que la incentive, pero además de la participación ciudadana, comunidad científica incluida, para abrir espacios y buscar activamente la participación mujeres, jóvenes y minorías; es decir tomando medidas de inclusión que consideren las necesidades, perfiles e historia de vida de estas partes de la sociedad, reconociendo y renunciando a los privilegios que se tienen por ser parte del grupo dominante y que van en detrimento de los derechos de los grupos con menor representación.

Respecto a la parte humana de la ciencia. Desde mi perspectiva como bióloga, uso la noción de historia de vida como el conjunto de condiciones ambientales y experiencias que modifican la fisiología y comportamiento de un organismo, lo cual tienen un impacto en su subsecuente desarrollo y supervivencia; y la especie humana no está exenta de estos condicionantes, aunque el peso de los factores sociales es probablemente mucho mayor en nuestra especie que en otras. En la historia de vida de una científica, los desafíos propios de una carrera en STEAM se amplifican, desde la sub-representación al ser la mitad de la población mundial, pero menos de la tercera parte de la población investigadora (UNESCO 2019b), la que además es invisibilizada. Si además se nace en un país del Sur Global como Ecuador, te encuentras con un entorno científico aún incipiente con menos de 0.5K investigadores (hombres y mujeres) por millón de habitantes, debajo del valor regional en América Latina que es 0.6K,  y de países como Argentina con 1.2K y Canadá con 4.3K (Banco Mundial 2014; UNESCO 2021). A esto se suma la invisibilización de las necesidades y problemas que resulta de una débil gestión de datos en los gobiernos nacional y seccionales, donde la información pública está en gran parte desactualizada, incompleta y/o con acceso limitado; en muchos casos presentados como totales nacionales que no son representativos de la realidad y desigualdad en el territorio. Por ejemplo, en el reporte sobre Objetivos de Desarrollo Sustentable de Ecuador, se declara como alcanzado el ODS4 “Educación de Calidad”, que se “Garantizar la educación de calidad equitativa e inclusiva, y promueve oportunidades de aprendizaje a lo largo de la vida para todos” (Sachs et al. 2021). Sin embargo, del reporte de monitoreo educativo GEM (UNESCO 2020) se pueden extraer datos grafican con mejor precisión la realidad en Ecuador: 1) En cuanto a diversidad e inclusión:  menos de 25 de los jóvenes más pobres por cada 100 de los más ricos,  y aprox. 70 niñas por cada 100 niños, alcanzan las competencias mínimas en matemáticas; en zonas urbanas la población afrodescendiente tiene casi el doble probabilidad que la media poblacional de vivir en barrios marginales; se evidencia discriminación y exclusión a estudiantes indígenas y afrodescencientes por su pares; la población del cuartil más pobres del grupo de 14-18 años tienen mayor probabilidad que sus pares más ricos de ocupar más tiempo en actividades domésticas y de trabajo que de estudio; y 2) En cuanto a competencias básicas: menos del 40% de estudiantes de 15 años alcanza el mínimo comprensión lectora, y menos de un 15% llega a un nivel de respuestas correctas por sobre las que se tendría respondiendo al azar, es decir que en muchos casos se asume un nivel de aprendizaje comprensión lectora que sin sustento en evidencias reales; y en adultos apenas el 28% de la población alcanza el mínimo de comprensión lectora. Más allá de evidenciar que no es real que hayamos alcanzado el ODS4, se destaca la necesidad de humanizar los datos, y recordar que el propósito de los indicadores no es llenar matriz y papeles, sino evidenciar los problemas y necesidades para subsanar.

En este escenario de desigualdades, las mujeres que pese a estas condiciones incursionan en áreas STEAM y afines, encuentran además un ambiente frecuentemente hostil.

Por ejemplo, en el estudio “Trayectorias de mujeres en la educación técnico-profesional y trabajo en Ecuador” (Garcia 2019) se analiza cómo en estos espacios con predominancia de hombres, se amplifican  prácticas, comportamientos y estilos de convivencia excluyentes hacia las mujeres que incursionan en estos espacios, incluyendo descalificación, acoso y violencia; donde del total de denuncias de abuso sexual en el MINEDUC entre 2014-2018, 33.4% corresponden al bachillerato técnico, siendo el 91% de las víctimas mujeres, y 49.1% de los infractores son parte del mismo sistema educativo. Asimismo, en la investigación estandarizada (Guarderas et al. 2018) sobre acoso sexual aplicado en cuatro universidades se encontró que 4 de cada 10 docentes y 5 de cada 10 estudiantes ha sufrido alguna forma de acoso sexual en su vida académica, la gran mayoría por pares hombres (Guarderas en rueda de prensa, 2019). Una realidad que es un secreto a voces, donde la ineficiencia del sistema judicial nacional se traduce en bajas tasas de denuncia, y la mayoría de sobrevivientes busca apoyo en su entorno personal, conociendo que el denunciar comúnmente conlleva la revictimización e incluso represalias de los agresores y sus círculos sociales. El caso conocido en redes como #JusticiaParaBrenda es uno de los más claros ejemplos de la disfuncionalidad en este campo, la agresión a Brenda (nombre protegido) ocurre en el marco de una institución de educación superior, los agresores son personal de salud en activo en hospitales públicos en Portoviejo y Manta, uno de ellos fue profesor de Brenda en una universidad pública en Manta e iba a ser su caso de estudio para graduarse; el crimen fue perpetrado en 2018 y en 2022 sigue pendiente de justicia (“#JusticiaParaBrenda – Twitter Search” n.d.). Tristemente no son casos aislados, por ello la denuncia y protesta frente a la violencia contra las mujeres es indispensable, ser también conscientes de nuestro rol como comunidad que no puede ser de solo observación, sino de vigilancia, solidaridad, y también presión social para que haya justicia y reparación para las víctimas y su grupo humano.

Reflexionar sobre los aspectos condicionantes de las estructuras sociales en que hemos nacido y crecido, para identificar qué aspectos de nuestro comportamiento son lógicos, cuáles son nuestros sesgos inconscientes, cuanto de las formas y maneras de comportarnos no son simplemente mecanismos de represión de la persona y la comunidad. Cuando proponemos que la educación es un medio de cambio, hay que tener claro que la educación la estamos mayoritariamente desarrollando desde estructuras previas, que como podemos ver en base a las evidencias, son desiguales, excluyentes y violentas para mujeres, jóvenes y minorías, que sin embargo en conjunto somos la mayor parte de la población. La educación sin duda marca nuestra autopercepción de quién eres y como debes comportarte, pero si esa educación es sesgada implica que nuestra percepción también lo está. En esta línea de pensamiento, cuestionarnos la interpretación que damos a la información, por ejemplo cuando se dice que hay personas más afines a carreras relacionadas con cosas y otras a cerreras relacionadas con personas ¿es realmente así?, después de todo todas las carreras tienen que ver con cosas y con personas, talvez es una cuestión de las formas en que nos las presentaron lo que hace asociar una profesión más un elemento u otro.

En este punto, les invito a hacer una pausa de ejercicio cerebral, pensémonos en una realidad paralela en la carretera a la utopía. Ahí las universidades ofertan carreras enfocadas en parámetros de bienestar humano como indicadores de avance e innovación tecnológica, con base la salud física y emocional. Los anuncios presentan carreras de ciencias con automóviles de color violeta, y explican que la mecánica y ergonomía están inspiradas en la naturaleza, con imágenes de las flores, insectos, y aves en que se inspiraron. En las clases de física explican con ejemplos de ergonomía sobre fuerza, termodinámica, mecánica de fluidos… mostrando la interacción de las estructuras y materiales usados con las personas que lo están usando, adultas mayores, niños, hombres y mujeres. Se explica los vehículos como espacios donde las personas van a interactuar con los materiales y por lo tanto sus propiedades deben responder tanto a funciones como a sensaciones, que se usarán para facilitar la movilidad y también como objeto estético a exhibir. Se muestran ejemplos de elementos de control manual hechos con materiales con textura agradable al tacto y con efecto de tracción mejorar la maniobrabilidad, resaltando que esto se traduce en mayor seguridad para quien conduce y quienes le acompañan;  también muestran que mientras manejas los sistemas de aceleración y cambios de marchas mejorados evitan forzar los huesos de las rodillas. Los talleres de robótica destacan porque han diversificados los modelos de exoesqueletos específicamente diseñados para la anatomía de las mujeres, y niñas con baja movilidad para que puedan hacer una vida normal y puedan ir de escalada con su amigas o salir a manifestarse en los espacios públicos. Los videos educativos en la televisión muestran mujeres supervisando plantas industriales, y coordinando a sus equipos de trabajo. En la educación básica los cálculos son explicados con ejemplos de uso de tiempo, como el de la persona que debe desplazarse desde el trabajo (punto A) a la casa de la abuela (punto B), a una velocidad constante, y de ahí al hospital para la fisioterapia (punto C), durante la pausa de almuerzo y con posibilidad de acelerar solo en el último tramo, partiendo de una velocidad conocida. Ahí el mundo STEAM está explicado y configurado entorno a la interacción de las personas con las cosas y otras personas: la mecánica de fluidos aplicada a la cata de vinos, óptica en el uso de tintes y maquillaje, la bioquímica en la preparación del desayuno, la neurobiología detrás de las memorias del olor a café. Las formaciones en las profesiones educación se enfocan en los equipos y materiales que se utilizan, y resaltan la actividad física en el aprendizaje. En las áreas de salud, los trabajos de enfermería enfatizan que son para personas con mucha fuerza y resistencia física, y con habilidad para operar equipos electrónicos; mientras que para cirugía lo esencial es una desarrollada motricidad fina como de artista… Y con esta última imagen mental regresemos a la versión de la realidad en que vivimos y cuestionémosla… pensemos cómo las formas y maneras con que se ha presentado y representado el mundo de las ciencias condicionan la participación de las mujeres, de los hombres y las diferentes comunidades de nuestra sociedad.

Identifiquemos y reconozcamos que muchas de las formas y maneras que nos enseñaron no son inclusivas,  y reflejan las estructuras sociales y organizacionales que dieron lugar a una academia que es excluyente, y, sabiendo que así no funcionan más, dejémoslas ir. En nuestro país, no tenemos tiempo ni recursos para tomarnos los siglos que les ha llevado a los países del Norte Global darse cuenta de la necesidad de equidad, diversidad e inclusión para el avance de las STEAM. En Ecuador necesitamos todas las manos y cerebros posibles, mujeres, hombres y toda la diversidad interseccional humana, aportando a nuestra independencia científica y tecnológica, descolonizada, donde nuestra relación con los otros países sea en colaboraciones horizontales y de paridad, en lugar de la dependencia y transferencia vertical actual. Descolonizar la ciencia es también abandonar y rechazar activamente las prácticas de discriminación e inequidad, ejercitar la flexibilidad y romper el molde cuadrado y plano de la academia para transformarlo en espacio diverso y a su vez flexible y acogedor. Construyamos ese espacio-tiempo en que las principales preocupaciones en el entorno laboral puedan ser nuestros experimentos, descubrimientos y prototipos para todas las personas en ciencias; para poder enfocarnos en la implementación en nuestros territorios; en síntesis, construyamos un entorno científico sostenible con capacidad para enfrentar problemas complejos como la pandemia y la crisis climática en curso, y los desafíos emergentes que son esperables en nuestro tiempo.

Referencias:

Banco Mundial. 2014. “Investigadores Dedicados a Investigación y Desarrollo (Por Cada Millón de Personas) – Ecuador | Data.” 2014. https://datos.bancomundial.org/indicador/SP.POP.SCIE.RD.P6?locations=EC&view=map.

Garcia, S. 2019. “Trayectorias de mujeres Educación técnico-profesional y trabajo en el Ecuador.” Asuntos de Género, no. 156: 114.

Guarderas, Paz, María de Lourdes Larrea, Juan Cuvi, Cristina Vega, Carlos Reyes, Tatiana Bichara, Graciela Ramírez, et al. 2018. “Acoso sexual en las universidades ecuatorianas: validez de contenido de un instrumento de medición.” ALTERIDAD. Revista de Educación 13 (2): 214–26.

ISC. 2021. “El Año Internacional de las Ciencias Básicas para el Desarrollo Sostenible proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas para 2022.” International Science Council (blog). December 3, 2021. https://council.science/es/current/press/international-year-of-basic-sciences-proclaimed-un/.

“#JusticiaParaBrenda – Twitter Search.” n.d. Twitter. Accessed March 11, 2022. https://twitter.com/search?src=typed_query&q=%23JusticiaParaBrenda.

Olaya, Erika. 2017. “Efecto del gasto en investigación y desarrollo en el ingreso de los establecimientos de Ecuador.” Revista Vista Económica 3 (1): 7–18.

Sachs, Jeffrey, Christian Kroll, Guillame Lafortune, Grayson Fuller, and Finn Woelm. 2021. Sustainable Development Report 2021. 1st ed. Cambridge University Press. https://doi.org/10.1017/9781009106559.

UNESCO. 2019a. “Educación Inclusiva e Interseccional a Lo Largo de La Vida, Para Que Nadie Quede Atrás: Documento de Referencia Para El Foro Internacional Sobre Inclusión y Equidad En La Educación, Todas y Todos Los Estudiantes Cuentan, Cali (Colombia), 11-13 de Septiembre 2019 – UNESCO Digital Library.” In . https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000370418.

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Investigadora, docente y asesora en ciencias. Especializada en fisiología y biomedicina aplicada en la evaluación de salud animal y ecosistémica frente a alteraciones ambientales. Bióloga Marina por la Pontificia Universidad del Ecuador, MSc en Acuciultura por la Escuela Superior Politécnica del Litoral, MSc y PhD en Biomedicina por la Universidad de Murcia (España). Ha colaborado como investigadora en instituciones académicas en España, Francia, Reino Unido y Ecuador. Cofundadora de la Red Ecuatoriana de Mujeres Científicas y Representante Regional en la Organización de Mujeres en Ciencias para el Mundo en Desarrollo.

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