Jimmy Marchán
Como salvar al mundo waorani y al entorno ecológico del Yasuní
Antes de la década de los cincuenta del siglo anterior, momento en el que empiezan los contactos definitivos del pueblo waorani con el mundo occidental, la forma de vida de este pueblo giraba alrededor de las relaciones existentes entre los diferentes clanes que los formaban y se establecían a través de confrontaciones bélicas, periódicas, entre todos ellos. En otras palabras, los límites del mundo wao estaban perfilados por todos aquellos que participaban en su sistema de rivalidades y confrontaciones antes que por aquellos que entraban dentro de algún tipo de sistema de alianzas y apoyos.
Esto configuraba la politicidad de los waorani, que guardaba profundas connotaciones con su sistema de parentesco y, en especial, para lo hoy analizado, con su forma de relación con el territorio y con los recursos. La estrategia de sobrevivencia del pueblo waorani siempre partió de la relación entre una gran avidez por los recursos naturales de su entorno y la guerra, por un lado; versus una baja expectativa de vida de los individuos, una gran extensión de territorio y una gran disponibilidad de recursos naturales, por otro lado.
Paradójicamente, la avidez, y hasta voracidad, de recursos y la guerra interna, solo son comprensibles si estos aseguran la baja de población y de expectativa de vida y, esto último, es útil solo si va ligado, a su vez, a una voracidad que provoque el constante traslado de sitios provocado por un agotamiento relativamente rápido de los recursos[1].
El traslado obligado por el agotamiento de recursos obtenidos por cacería, la baja sostenibilidad agrícola y las constantes guerras con rivales extra grupales provoca, a su vez, una vida de constantes éxodos que asegura la persistencia del medio ecológico y de la diversidad biológica, en especial en lo referido a poblaciones animales.
La conclusión de todo esto es que, de dos elementos aparentemente perniciosos dentro de la mentalidad occidental, sedentaria y agrícola, como son la guerra y la voracidad de recursos, nace una estrategia de vida que ha asegurado por muchísimo tiempo la persistencia del bosque tropical donde los waorani han habitado. Cualquiera de esos dos elementos, solos y aislados, hubiesen provocado exactamente el efecto contrario al descrito y hubiesen sido la causa de un deterioro acelerado de los recursos y de la ecología de estos sitios.
Si inspeccionamos esto veremos que, de ser los waorani un pueblo sedentario y sin guerra, pero de igual voracidad por los recursos naturales, esto habría provocado un acelerado y definitivo deterioro de los recursos de los lugares donde los diferentes grupos wao pudiesen haber estado asentados. De hecho, el arte de los pueblos sedentarios, para mantenerse como tales, es la creación de sistemas de resolución de conflictos que aseguren su estabilidad territorial y, además, el cambio de estrategia económica y productiva que los aleje de la dependencia de los recursos naturales solo obtenidos extractivamente[2]. La extractividad es probablemente la mayor diferencia entre pueblos sedentarios y pueblos semi – nómadas de bajo desarrollo agrícola[3], pues los sedentarios se aseguran la continuidad de los recursos mediante su manejo y manipulación. Solo eso es la agricultura o la ganadería, mientras que los waorani se aseguran recursos mediante guerras, bajas poblaciones, voracidad de recursos naturales, poco desarrollo agrícola y poco desarrollo de servicios.
Por otro lado, si los waorani fuesen poco voraces de los recursos naturales (RR.NN) y, más bien, hubiesen desarrollado sistemas de manejo de estos (agricultura, ganadería, etc.), pero mantuvieran sistemas constantes de confrontación y guerra, esto los hubiese impelido en corto tiempo al abandono de la agricultura y de la ganadería y a la posterior perdida del conocimiento asociado a estas practicas. Por lo tanto, es precisamente la voracidad por los RR.NN., asociada con la guerra, lo que hace funcionar la estrategia tradicional de sobrevivencia del pueblo waorani y es justamente la desconexión de estos factores, lo que está poniendo en peligro su persistencia en la actualidad, a menos que se pueda lograr una nueva complementariedad de los actuales factores existentes dentro de la vida de los wao.
- Los productos del contacto y el cambio.
El anterior es el contexto en el que el mundo occidental, a través de la sociedad nacional ecuatoriana y sus agentes, establece contacto con la nacionalidad waorani y el efecto de ese contacto es inmediato y provoca profundos cambios dentro de la dinámica de vida wao y de sus sistemas de subsistencia. En la mentalidad occidental el primer paso luego de establecido el contacto y evadido el conflicto es el nucleamiento poblacional, es decir la congregación dentro de un espacio relativamente reducido de grupos familiares que, dentro de la selva, normalmente estaban muy alejados, esto obliga a los integrantes de esos grupos a una convivencia que solo logra sostenerse, al inicio, por la fascinación ejercida por los recursos, no naturales, que son proporcionados a los waorani.
Este primer paso, que es sostenido hasta la actualidad y que se ha expandido a casi todos los grupos familiares wao, anula a través del tiempo a los dos elementos fundamentales de la forma de vida waorani: la guerra y la profunda utilización de los recursos naturales.
Los waorani se ven obligados a dejar de guerrear entre grupos familiares y sustituyen la utilización de los recursos naturales de su territorio por los recursos de subsistencia proporcionados por sus interlocutores occidentales, por la agricultura y posteriormente por la ganadería y la extracción maderera[4].
De una sola vez, todo el sistema es girado a la inversa: de un pasado en el que la existencia del conflicto y la casi depredación de los RR.NN., lograban estructurar equilibrios sociales y ecológicos, se pasa a un presente en el que la no existencia de la guerra y la menor utilización de los recursos naturales crean la posibilidad de inclusión dentro de la sociedad nacional; pero también provocan el deterioro sostenido de los mismos RR.NN, debido a la sedentarización[5], al desarrollo agrícola, a la extracción maderera y al consiguiente cambio del uso del suelo.
Es cierto que, en el modo de vida posterior al contacto y a la inclusión, se utiliza con menor profundidad los recursos naturales, pues son sustituidos por los recursos de subsistencia de origen occidental; pero al darse esto en un contexto de sedentarización, a la larga, los RR.NN., son prácticamente exterminados. Mientras en el pasado el punto óptimo de traslado estaba dado por un agotamiento inicial o medio de los recursos, en el contexto actual, cuando los recursos hayan sido exterminados, los habitantes del sitio aún permanecerán allí. Es el paso natural de seminómadas a sedentarios y de cazadores a agricultores; pero, como en todos estos casos, eso implicará profundos cambios en los equilibrios ecológicos de estos sitios y en su diversidad biológica y, por lo tanto, en cualquier posibilidad de retorno a la dinámica económica y productiva anterior al contacto.
- Waoranis y petroleros: ricos, despreocupados y extractores.
Sin embargo, antes de la consumación total del actual presente waorani, existe un estado intermedio, que seguramente resultó indispensable para la asimilación total del pueblo wao dentro del mundo occidental: el paso por la relación con las transnacionales y otras compañías petroleras que realizan actividades, extrañamente, también extractivas, dentro de la amazonía ecuatoriana[6].
Luego de la primera relación con grupos básicamente religiosos, que nuclean, sedentarizan y apoyan con recursos de subsistencia a los diferentes grupos familiares wao, esta relación es substituida por una relación con varias compañías petroleras dentro de las cuales la básica fue la compañía Maxus, operadora del bloque petrolero número 16, que luego pasó a manos de Repsol YPF. Partiendo de los inicios de la década de los noventa en el siglo anterior, esta empresa empieza a proveer de recursos casi ilimitados a los waorani bajo el objetivo de poder abordar con rapidez los territorios mantenidos por el grupo en esos años y que formaban parte del referido bloque petrolero.
Una empresa gigantesca, con recursos económicos y por tanto de subsistencia, prácticamente ilimitados para la mentalidad y las necesidades waorani, se confronta a este grupo humano y el resultado inmediato es que los waorani logran preservar su contexto de vida, basado prioritariamente en un imaginario de abundancia ilimitada y creado en la relación con la selva, en base de su sustitución con los recursos económicos de la empresa.
En el momento nodal, en el nudo crítico que indudablemente se hubiese presentado para los waorani, por el alejamiento de su anterior medio de subsistencia: la selva, y su imposibilidad de sustituirlo rápidamente por una forma de vida sedentaria y basada en el desarrollo agropecuario y comercial; se presenta el recurso exacto para evitar un retorno al pasado y, por lo tanto, a una no asimilación: una compañía transnacional de enormes recursos dispuesta a cubrir todas las necesidades de esta nación de 3.400 miembros.
Si nos fijamos, en el pasado todo funcionaba por la ecuación lograda entre un territorio y unos recursos extensísimos, versus un grupo humano muy pequeño, de necesidades limitadas y nunca creciente en términos poblacionales. La mentalidad de esos seres humanos era la que se podía esperar de ese contexto: una mentalidad tendiente a creer en la permanencia eterna de recursos, en la disposición inmediata de todos ellos, en la satisfacción constante de toda necesidad, en la no necesidad de ahorro y/o de previsiones futuras, en la no existencia del concepto mismo de futuro, en la no necesidad de alianzas o estrategia alguna de sobrevivencia.
En el momento del encuentro con las transnacionales petroleras, por lo tanto, lo único que se hace es una sustitución, no un cambio de dinámica. Se sustituye a la selva y sus recursos ilimitados por la petrolera y sus, también, recursos ilimitados.
De no haber existido estos entes, la decisión habría sido más compleja: continuar con el contacto y asimilar la escasez o retornar y volver al contexto de abundancia de la selva. Es cierto que muy pocas veces occidente ha perdido un adepto, por lo tanto, de no haber existido petroleras probablemente otro habría sido el organismo que asumiera ese papel: podrían haber sido el Estado y sus entes, ONGs, organismos internacionales, etc.
Sin embargo, el actor presente fue probablemente el más solvente en el papel encomendado, pues tiene más eficiencia que los otros, más recursos que los otros y, además, lo que es más importante, tiene idéntica mentalidad que los waorani: ambos tienden a tener una mirada limitada en el futuro, solo establecen planes momentáneos, ninguno de los dos es dado a crear visiones de largo plazo, y mas aún, tienden a creer que aquellas son una perdida de tiempo. Lo único que logran mirar es la oportunidad actual, el beneficio actual, la poca permanencia y la poca responsabilidad con recursos naturales en realidad no ilimitados, pero que lo parecen, desde la perspectiva de las necesidades básicas de un grupo humano muy pequeño o desde la perspectiva de entes con poca permanencia temporal[7]. En el primer caso es la escasa dimensión de número, la causante de esa distorsión y en el segundo caso es la escasa dimensión de tiempo la que la crea[8].
Para cualquiera de los dos grupos o para cualquiera de las dos estrategias, la extracción es la modalidad de vida, sin embargo, en el primer caso la ecuación es la adecuada y es eficiente dentro de su contexto y sus condiciones, pero la segunda probablemente no lo será pues no ha logrado establecer límites para esa extractividad. En el caso wao esos limites siempre estuvieron establecidos: eran los de la limitada población, los del limitado tiempo de permanencia y los del no cambio de uso del suelo. En el caso de las compañías transnacionales dedicadas a la extracción petrolera ese límite es desconocido.
- La necesidad actual de un futuro: la marginalidad o el reacomodamiento de los factores.
En el momento actual, esta relación con el mundo del petróleo empieza a decrecer, la compañía que inicio la relación (MAXUS) ya no está en el país y sus antiguos intereses están hoy en manos de REPSOL – YPF, bajo otros términos contractuales y en una etapa muy distinta del proceso de extracción petrolera. Mientras MAXUS estuvo en un momento de desarrollo de la actividad, REPSOL – YPF está casi en un momento de declive de esta. Ese solo factor limita la inversión de la compañía y, por lo tanto, las concesiones económicas enfocadas hacia el pueblo wao.
Esto ha sido solucionado, en parte, con la llegada de otras compañías petroleras, pero ninguna de ellas alcanza a tener la dimensión necesaria para seguir manteniendo el mismo esquema de relación del pueblo wao con el mundo del petróleo[9]. Por otra parte, esa relación ya no es de la misma dimensión que en el pasado, hoy el pueblo ha crecido en número y en necesidades, de las simples necesidades básicas presentes en la tradición pre – contacto se ha pasado a la adquisición de muchas otras nuevas necesidades creadas en la relación con el mundo occidental o simplemente heredadas de occidente[10]. Sin embargo, ya empiezan a surgir otros actores económicos en los alrededores del Pueblo Wao, algunos de ellos intentando el desarrollo de alternativas económicas muy noveles pero, al parecer, muy rentables como los servicios ambientales, en especial los relacionados con la prospección biológica y química.
Todas estas posibilidades, sin embargo, funcionan y se proyectan dentro del mismo esquema de relaciones desarrollado por las transnacionales petroleras: es decir de un asistencialismo y un paternalismo que pone en peligro toda posibilidad del desarrollo de una auto – conducción y/o de un autogobierno para el pueblo wao. De desarrollarse cualquiera de estas opciones, lo mas probable es que los waorani se sigan manteniendo en el limbo de una forma de vida solo funcional con un pasado ya perdido y que esto provoque, a mediano plazo, un resquebrajamiento de la ecuación: cuando la población y las necesidades reales y creadas dentro de su mundo rebasen a los recursos económicos enfocados hacia ellos.
Hasta hoy esto no ha sucedido por completo, pero se empiezan a ver indicadores de su pronta llegada: existen comunidades ya no sostenidas por el flujo económico de las compañías petroleras que han empezado a desarrollar una fuerte actividad maderera ilegal, en asociación con traficantes ecuatorianos y colombianos de ese recurso. Esa actividad genera una depredación ecológica tan fuerte y un cambio tan acelerado del uso del suelo, que no es comparable con el impacto de ninguna actividad anterior a ella. Por otro lado, genera tal nivel de violencia que parecería anunciar un nuevo periodo de guerra para los waorani, aunque de una factura completamente distinta y bastante más nociva.
Pero los mecanismos sociales, en general, no solo pueden actuar hacia un lado, sino que también actúan hacia otros lados. La misma crisis, que aun se nota sin lugar a equivocación dentro del mundo wao, ha creado una conflictividad dentro de sus estamentos dirigenciales y dentro de las cabezas de los diferentes grupos familiares de antaño. Esto, sin embargo, esta provocando que esas fuerzas lleguen a un punto de confrontación y de conflictividad que solo se puede resolver a través de los extremos: o bien se retorna a la violencia y a la disputa acérrima de los recursos entre los distintos grupos y dentro de todo tipo de escenarios[11] o se logra una forma de relación y asociación, entre todos, que administre las expectativas y las necesidades de los diferentes clanes familiares.
Al momento hay un nuevo elemento que parecería tener la potencialidad de lograr la fusión y el acuerdo entre los grupos wao, que es la defensa del antiguo territorio de irradiación de los waorani. Existe un territorio wao legalizado de algo mas de 600 mil hectáreas, que da cuenta del antiguo protectorado creado por la influencia evangélica, pero esas tierras no son las únicas que en realidad controlaban los wao. Ellos se irradiaban por casi todo el actual Parque Nacional Yasuní (PNY), luego de que históricamente cesaran las confrontaciones con Zaparas y con Tetetes, debido a la desaparición de los últimos y a la casi desaparición de los primeros.
Tanto es así, que existen grupos waorani que históricamente se mantuvieron en control de territorios en el límite con el Perú, en el Río Cononaco y en zonas muy al este dentro del PNY. La comunidad de kawimeno es una muestra de ello. Esta comunidad ya esta contactada, pero mantiene nexos con grupos de habla Wao que aun se mantienen fuera del contacto con el mundo occidental. Esos grupos son precisamente los que actualmente se conocen como tageiri y taromenani.
Los tageiri, son un grupo escindido de los waorani que se asimilaron en el actual territorio wao, que debido a guerras internas se refugiaron en el territorio más hacia el este del Yasuni.
Parecería que ellos fueron absorbidos por los taromenani, también de habla wao, pero sin nexos muy claros con los otros grupos waorani tradicionales.
Sin embargo, este momento que el desarrollo petrolero pretende establecerse en estos territorios a través del ITT (Ishpingo, Tambococha, Tiputini), los waorani ya contactados han empezado a reivindicar a los grupos no contactados con más fuerza y al territorio donde estos viven. En el fondo es una reivindicación por el propio territorio, pero eso los esta conduciendo a sobrepasar los antiguos celos y las antiguas confrontaciones con grupos familiares conocidos y desconocidos. Extrañamente, la ofensiva del petróleo y del Estado nacional se vuelve un factor de construcción de la Nacionalidad waorani que debería llegar a la inclusión de todos los contactados y no contactados en un solo concepto de nación.
Un efecto adicional de eso, sin duda, será la limitación de la actividad petrolera. Apropiado el territorio, es lógico su control y su mantenimiento dentro de los parámetros de vida de los waorani. La construcción de la Nación waorani, supone el control del petróleo y el control de un Estado Ecuatoriano siempre habido de petróleo y de recursos monetarios.
Referencia:
[1] Los Waorani son probablemente, de entre los grupos de foresta tropical, el de menor permanencia en los sitios de ocupación territorial (entre 10 a 15 años), en comparación con otros grupos también de foresta tropical de mucho mayor tiempo de ocupación territorial. En general esto suele estar ligado a los altos niveles de dependencia de poblaciones animales (caza) y a un bajo desarrollo agrícola. En algunas caminatas de cacería por la selva, los Waorani encontraban manadas de un tipo de puerco salvaje de gran tamaño (Guanganas), entre 30 y 50 individuos y no paraban ni dejaban de acosar a los animales hasta no haber exterminado a todos ellos o al menos a todos los posibles. Esto va un poco en contra de la idea generalizada de que los pueblos de selva tienen algún mecanismo ideológico de preservación, lo cual es erróneo. Lo que indudablemente mantienen, son sistemas de vida y sociales que no permiten una afectación real del entorno ecológico, así ellos hagan todo lo que está en sus manos para cazar hasta al ultimo animal disponible.
[2] Hablamos aquí de extractividad pues, en general, la disposición de recursos naturales que las tradicionales culturas de foresta tropical hacen en sus entornos selváticos, es en realidad eso: una extracción. Sin embargo, se diferencia de actividades extractivas industriales y hasta artesanales, debido a su dimensión y al nivel de daño causado a los entornos ecológicos.
[3] Estas condiciones están también presentes en otros pueblos de foresta tropical pero en diferentes niveles que establecen distintas ecuaciones entre población, disponibilidad de RR.NN, desarrollo agrícola, voracidad de RR.NN, desarrollo de servicios y horizonte de permanencia territorial. Sin embargo de esto, todos ellos mantienen la misma diferencia con los pueblos sedentarios basada, como se ha dicho, en su tendencia a la extracción sostenida de RR.NN.
[4] Cualquiera de estos tres factores altera definitivamente el entorno ecológico del bosque pues cambia el uso del suelo. Se sustituye al bosque primario por mono cultivos y a las poblaciones animales no domesticadas por la ganadería. Es diferente, en extremo, al uso voraz de los recursos naturales propio de los Waorani, pues de esa forma solo se agota a las poblaciones animales y no de forma definitiva, ellas se reponen en un tiempo en base a los individuos que logran salvarse de la cacería.
[5] Es simple, la sedentarización acaba con los recursos naturales mas eficientemente que cualquier raid de caza porque cambia definitivamente el contexto ecológico, a través de la agricultura y la ganadería, única forma de vida de los sedentarios.
[6] Este tipo de pasos intermedios parecen presentarse, también, en otros procesos de asimilación de grupos humanos de foresta tropical en el Ecuador: El caso de los shuar y los misioneros salesianos es uno de ellos.
[7] De alguna manera esa poca permanencia temporal les da a las transnacionales petroleras otra característica muy parecida a una de los waorani: el semi – nomadismo. Extraña similitud a través del tiempo y del espacio. Algunos dirían que todo es cíclico y que las cosas se repiten permanentemente.
[8] La dinámica misma de las empresas, en cualquier espacio de actividad, resulta la del peculio rápido. Toda empresa y todo empresario luchan fuertemente por beneficios inmediatos; las de mayor fortaleza económica pueden crear espacios de espera limitados, pero de ninguna forma comparables a los espacios necesitados por un grupo cultural en proceso de cambio. De otra forma, el sistema económico augura la posibilidad de quiebra y desaparición para la empresa no inserta en esa lógica. De esto se puede colegir rápidamente la causa por la cual los programas de relaciones comunitarias de las empresas nunca están pensados como propuestas de desarrollo a largo plazo sino, tan solo, como propuesta de dotación de servicios e infraestructura inmediata: porque la empresa necesita resultados rápidos y visibles que posibiliten el acceso inmediato a los recursos naturales buscados.
[9] Esto no quiere decir que las compañías existentes ahora en Ecuador no sean de la dimensión necesaria, pues si lo son, lo que sucede es que los yacimientos encontrados no son de la dimensión adecuada y, principalmente, el cambio de las formas de contratos por prestación de servicios a contratos de asociación han creado una actitud de ahorro de recursos de inversión que no estaba presente durante el tiempo de Maxus, en que más bien se derrochaba dinero que eventualmente se facturaba al estado. Pero la actual subida de los precios del petróleo y el desarrollo del campo ITT, pueden llegar a crear un efecto renovado de inversión que se traduzca nuevamente en una nueva etapa de bonanza para el mundo wao que culmine, nuevamente, en el callejón sin salida actual o que provoque, por fin, una real planificación del mundo waorani.
[10] Una de esas heredades tiene que ver con el traslado de poblaciones ya importantes a centros urbanos de provincia, en donde no existe posibilidad de apropiación directa de recursos sino que todo uso de recursos esta mediado por el trabajo asalariado y por el dinero.
[11] Hoy los campos de batalla probables son: comunidades, NAWE, grupos organizados de mujeres y de jóvenes, piques, etc.
Antropólogo por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE). Maestrante en Cambio Climático por la Universidad Andina Simón Bolivar (UASB). Experto en culturas amazónicas y Vicepresidente de la Conferencia Plurinacional e Intercultural de Soberanía Alimentaria (COPISA).